𝑩𝑹𝑶𝑲𝑬𝑵| " Cuando se acaba la confianza, se acaba todo, Kaan "
( ᴋᴀʀᴅᴇsʟᴇʀɪᴍ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ )
𝑫𝑶𝑵𝑫𝑬 Ayla juntos a sus hermanos gemelos
entran a una nueva escuela después de la muerte
de sus padres, así mismo durante el...
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ᴋᴀᴀɴ.
Había decidido comprarle la falda a Ayla, a pesar de que ella insistía en que no era necesario, en que podía arreglárselas. Pero para mí no era problema. Quería hacerlo, y no solo por la necesidad, quería ayudarla porque Ayla era importante para mí. La amaba, aunque no era algo que aún le hubiese dicho en voz alta, no desde aquella vez. Pero esos sentimientos estaban ahí.
Mientras caminaba a la tienda para recoger las faldas, tanto para Ayla como para Asiye, recordé la impotencia que sentí al ver a la señora Ayla regañarlas, sin siquiera escucharlas, por algo tan trivial como el uniforme. ¿Qué le costaba entender que no todos podían tener el uniforme en perfectas condiciones? Así que lo decidí. No podía evitarlo, sabía que Ayla era muy orgullosa, pero esto era algo que quería hacer por ella, por ellas.
Al llegar al salón, me di cuenta de que estaban Doruk y Tolga. Ayla y Ömer estaban en la cafetería, según recordaba. Me dirigí para guardar la bolsa.
—¿Qué pasó, amigo? —pregunta Tolga, con esa sonrisa que solo lograba irritarme— ¿Le pasó algo a tus pantalones y te compraste unos nuevos o qué pasó?
Metí la bolsa dentro del casillero con algo de fuerza, tratando de ignorar el tono molesto de su voz. Cada día me era más difícil soportarlo.
—Así es, Tolga —respondí sin mucho interés, cerrando mi casillero con la combinación.
Tolga sonríe con burla. Doruk solo observaba.
—Solo preguntaba, no te enojes.
Me limité a mirarlo una última vez antes de salir del salón. No valía la pena darle más importancia; tenía cosas mucho más importantes en mente.
La tarde llegó rápidamente, y con ella, una llovizna que terminó en una lluvia constante. Me puse mi abrigo mientras caminaba hacia la entrada de la casa de Ayla con la bolsa en mano, las gotas de lluvia golpeando contra mi abrigo. Sentía una extraña mezcla de emoción y nerviosismo, pensando en cómo podría reaccionar. Quería que se sintiera apoyada, que entendiera que no estaba sola. No solo era una falda, era un recordatorio de que había alguien dispuesto a hacer algo por ella.
Cuando llegué a su puerta, me detuve y observé la casa en silencio. Pude ver una luz a través de la ventana, probablemente de alguna lámpara. Apreté la bolsa en mis manos, queriendo tocar la puerta, pero mis pensamientos me detuvieron. ¿Y si se molestaba? ¿Y si lo veía como una lástima? Sabía que Ayla era orgullosa, y no quería que interpretara este gesto como una caridad.
Suspiré y bajé la mirada, la falda todavía en mis manos.
—No quiero avergonzarla en este momento, no quiero —murmuré para mí, mi voz apenas un susurro que se perdió en el sonido de la lluvia.
Me arrodillé y dejé la bolsa en el suelo, justo al lado de la puerta, asegurándome de que quedara protegida de la lluvia. Miré una última vez, con el deseo de tocar la puerta para verla, para explicarle que esto era simplemente porque me importaba. Pero entendía que esto debía ser a su manera. Me alejé un par de pasos y miré la puerta, deseando que Ayla lo entendiera sin necesidad de palabras.