CAPITULO 3

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El trayecto hasta Nueva Orleans fue sombrío. Los Salvatore viajaban en silencio, pero las miradas rápidas que se cruzaban entre ellos revelaban la tensión que sentían. Sabían que la revelación sobre Selene no sería fácil, y lo peor estaba por llegar. La angustia por el futuro de la joven era palpable, pero lo que más los pesaba era la certeza de que algo mucho más grande que ellos estaba ocurriendo, algo que involucraba a su hija adoptiva.

Al llegar a la Mansión Mikaelson, los Salvatore fueron guiados rápidamente a la sala principal, donde la familia Mikaelson ya los esperaba. Los ojos de Klaus no dejaban de moverse de un lado a otro, su ira contenida a punto de estallar. Hayley, al igual que el resto de los Mikaelson, estaba visiblemente alterada. La preocupación por Selene era demasiado pesada para ella. Aunque intentaba mantener la compostura, sus manos temblaban, y las lágrimas amenazaban con salir de nuevo. Rebekah, siempre tan directa, estaba visiblemente irritada por la situación.

—Ahora empiecen a decirnos qué saben de nuestra hija, y por qué demonios ustedes figuran como sus padres legales —dijo Hayley con voz quebrada, pero decidida. El dolor que sentía se mezclaba con la furia y la desesperación.

Los Salvatore se miraron entre sí antes de que Elena, con la mirada fija y completamente segura de lo que iba a decir, comenzara a hablar. No era momento de titubeos.

—Todo comenzó cuando Selene tenía cinco años. La vimos explorando en el bosque. Jamás la habíamos visto antes, pero algo en su presencia nos llamó la atención. —su tono era calmado, pero con la firmeza de quien sabe que lo que cuenta es la verdad.

Rebekah, con una ceja levantada y expresión de incredulidad, interrumpió.

—¿Qué haría mi sobrina, con tan solo cinco años, en el bosque? Ni siquiera tenía su lado vampiro o lobo activo. ¡Esto no tiene sentido! —dijo, claramente molesta y confusa por lo que estaba oyendo.

Damon, con su usual tono sarcástico, pero también con un dejo de seriedad, respondió.

—¡WOW! Creo que se te olvida, Barbie, que Selene también tiene un lado bruja, el cual desarrolló muy joven. —su sonrisa burlona solo aumentaba la tensión en el aire.

Klaus, incapaz de controlar más la frustración, gruñó con fuerza, haciendo que el ambiente se volviera aún más denso. Los demás Mikaelson observaban atentamente, y Elijah, siempre sereno, no dejaba de analizar la situación con detenimiento. El momento de hablar de Selene había llegado, pero el final de esta historia no estaba nada claro.

Elena, sin perder la compostura, continuó, sin apartar la mirada de Klaus ni un segundo.

—La llevamos a nuestra casa. Se quedó con nosotros una semana, esperando algún tipo de noticia de sus padres. Pero nunca apareció nada. —dijo, su tono algo triste, pero sin vacilar. Sabía que la información que había dado hasta ese momento era solo el comienzo.

Hayley cerró los ojos, cada palabra de Elena era como un golpe directo a su corazón. Estaba a punto de quebrarse, pero no podía dejarse caer ahora. No podía.

Damon intervino nuevamente, mirando con seriedad a Elijah, Rebekah, y Klaus.

—Fue entonces cuando le preguntamos por su familia. Ella nos contó todo sobre ustedes, sobre cómo salía a explorar durante las tardes o cómo se iba a una cabaña abandonada que ella creía que era su lugar... —dijo, su tono serio pero con un leve deje de nostalgia en su voz, recordando aquellos días.

Elena continuó con la misma seguridad.

—Dos días después, nos dijo que tenía que regresar, pero quería seguir teniendo contacto con nosotros. Así fue como comenzó a pasar las tardes con nosotros, y nos volvimos una familia. —sonrió, aunque esa sonrisa estaba teñida de tristeza. Recordaba esos momentos con cariño, pero también con dolor.

La pequeña MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora