Capítulo 3: ¡Felices 18 Sienna !

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Sienna.

Han pasado cuatro meses desde que mi vida comenzó a transformarse. En este tiempo, las cosas entre Alexander y yo han cambiado, aunque lo nuestro sigue siendo una conexión más intuitiva que definida. Alicia y Diego han consolidado su relación, y mis otros amigos aún asimilan el cambio en la dinámica de nuestro grupo. Todo este tiempo ha sido una mezcla de secretos y descubrimientos, de silencios y miradas cargadas.

Los preparativos de mi fiesta de cumpleaños han sido una locura. Mi madre ha supervisado cada detalle junto a Itosui, nuestro organizador, y la casa ha pasado a ser un espacio casi mágico, entre luces y decoraciones que parecen sacadas de un cuento de hadas. Mi madre lo controla todo, desde las listas de invitados hasta los arreglos florales. A veces siento que esta fiesta no es realmente para mí, sino una celebración a su propia imagen de lo que mi vida debería ser.

Cuando llega la noche, me visto con el traje rojo que eligieron para mí, un vestido corto, ceñido y audaz, algo que claramente ha sido pensado para hacer una declaración. Bajo las escaleras y veo que el jardín está lleno de invitados; mi grupo de amigos está allí, observándome como si estuvieran viendo a una versión de mí que aún no conocen del todo. La música suena, las luces titilan, y yo me muevo entre la multitud con una sonrisa automática.

Mientras "Photograph" de Ed Sheeran empieza a sonar, Alexander me toma de la mano, llevándome a la pista de baile. Nos movemos al ritmo de la canción, y por un momento, todo lo demás desaparece. Su mirada es profunda, casi interrogante.

—¿Estás disfrutando de tu cumpleaños? —me pregunta, con una sonrisa que tiene un toque de complicidad.

—Es extraño... como si esta fiesta no fuera realmente para mí, sino para la imagen que quieren que tenga. —Suspiro, mirándolo directamente a los ojos—. Pero estoy contenta de que estés aquí.

Él sonríe, y me dice, inclinándose hacia mí.

—Quizá esa imagen es solo una pequeña parte de quién realmente eres.

La canción termina, y ambos nos quedamos en silencio por un momento, antes de que el ritmo de la fiesta nos devuelva a la realidad.

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Después de horas de brindis y risas, la fiesta comienza a apagarse. Finalmente, cuando todos los invitados se han ido, me siento en la mesa junto a mis padres para una cena íntima, algo que hacemos en cada ocasión especial. Pero esta vez, algo en el ambiente es diferente.

Mi madre me observa con una expresión firme y controlada, sin rastro de duda o compasión. Con la misma frialdad que emplea en sus decisiones diarias, se dirige a mí.

—Sienna, cariño, ya tienes 18 años. Ya es tiempo de que sepas la verdad.

Su tono es frío y decidido, como si lo que está a punto de decirme no le causara ningún conflicto. Mi padre asiente en silencio, apoyando cada palabra.

—Eres mayor, y hemos considerado que ya tienes la suficiente edad para entender esto —continúa mi madre—. Nuestra familia tiene conexiones con la mafia. Todo lo que tienes, cada privilegio que has disfrutado, está ligado a esa realidad. Es algo que no podíamos contarte antes, pero ahora necesitas saberlo, porque tendrás responsabilidades en este mundo que compartimos. Ya no hay vuelta atrás.

La revelación me golpea como una ola de hielo. No hay compasión en sus palabras, solo una seguridad implacable. Me siento como si el suelo se desmoronara bajo mis pies, mientras comprendo que mi vida no es lo que siempre creí.

La frialdad en su tono y la ausencia de cualquier intento de suavizar la verdad me hace entender que, para ellos, este mundo que me presentan es la única opción posible.

Nos quedamos en silencio. No se que decir y al parecer ellos esperan alguna reacción. Pero, de verdad no se como reaccionar.

Después de ese momento de silencio, mi madre toma la palabra nuevamente, sus ojos claros y fríos se fijan en mí con una determinación implacable.

—Sienna, ya eres mayor —dice, sin tristeza, sino con una firmeza que me resulta desconocida en ella—. Ya tienes la suficiente edad para saber la verdad, para enfrentar todo lo que significa ser parte de esta familia.

Mis padres intercambian una mirada antes de que mi madre continúe, su tono aún más serio.

—Esta verdad que hoy te estamos revelando no solo te afecta a ti y a nosotros —añade—. También concierne a tus amigos, a cada uno de ellos.

La sorpresa me golpea como una ráfaga helada, y trato de comprender lo que me está diciendo.

—¿Qué tienen que ver ellos en todo esto? —pregunto, mi voz apenas un susurro, intentando asimilar sus palabras.

Mi madre suspira, sus ojos sin rastro de la calidez que alguna vez vi en ellos.

—Cada uno de tus amigos también pertenece a este mundo, Sienna —explica con calma—. Pero no estamos hablando de una única organización o de una sola mafia.—mira de reojo a mi padre.—Cada familia de tus amigos está vinculada a un cartel o una organización diferente, cada una con sus propios códigos, sus propias operaciones. Sin embargo, todas estas familias tienen algo en común: ocupan posiciones de liderazgo dentro de sus respectivas organizaciones.

La magnitud de esta revelación es casi insoportable. Intento visualizar a mis amigos, aquellos con quienes he compartido tantas experiencias, como miembros de organizaciones tan poderosas y peligrosas.

La idea de que nuestras vidas estaban conectadas de esta manera me resulta desconcertante y me hace dudar de cada relación, de cada momento compartido.

—Entonces... ¿todos ellos también sabrán la verdad? —pregunto, mi voz temblorosa, aún sin poder aceptar por completo lo que me están diciendo.

Mi madre asiente.

—Sí. Todos serán informados hoy mismo, Sienna. Cada familia decidió revelar la verdad al mismo tiempo, para evitar cualquier malentendido o desconfianza entre ustedes. Ahora que tú, la más joven, has cumplido los 18 años, ha llegado el momento para todos.

Mi padre interviene, su voz profunda y sin un atisbo de duda.

—Y aún hay algo más, Sienna. Aunque todos ustedes pertenecen a estos carteles, hay una organización más, una mafia distinta, de la que aún no estás enterada. Esa organización ha tenido una relación muy complicada con nuestras familias y representa tanto una amenaza como una oportunidad. Pero de eso hablaremos en su momento.

Sus palabras caen sobre mí como un peso insoportable. No solo soy parte de algo que jamás hubiera elegido, sino que también me doy cuenta de que mis amigos, aquellos en quienes confié, han sido moldeados y guiados por los mismos secretos y responsabilidades que ahora me revelan.

La amistad que compartimos, de repente, se convierte en algo más complicado y sombrío de lo que hubiera podido imaginar.

El silencio se asienta en la sala, mientras intento procesar todo lo que acabo de escuchar. Miro a mis padres, buscando alguna señal de que esto no es real, pero sus miradas resueltas me confirman lo inevitable: la vida que había conocido ha terminado. En su lugar, debo aceptar una nueva realidad, un destino que ni siquiera entiendo por completo, pero que, de alguna forma, siempre ha estado ahí, esperando que llegara el momento de revelarse.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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