Sienna.Intento no reírme por las expresiones que esta haciendo Luis, mientras nuestros padres hablan entre sí. Liah le saca el dedo corazón a Diego y me ahogo con la champaña mientras intento no reírme.
—Sienna, ¿estás bien cariño?—me pregunta mi madre con ese acento ruso, característico de ella.
—Claro que si Aleska, no ves que está riéndose por las ridiculeces que hacen nuestros hijos.—habla el padre de Alexander, el señor Leo.— Es más, los ocho, para afuera.
—Tengo hambre.—Alega Sebastián haciendo un puchero.
—Sebastián, silenció.—Lo reprende su padre, el señor Mirko.
—Por Dios, ya casi tienen dieciocho. Es más algunos de ustedes ya los tienen. Compórtense.—Habla mi padre o como la mayoría le dice o lo conocen el señor Damien.
Nos levantamos todos y nos dirigimos hacia el jardín trasero. No es que realmente estuviéramos interesados en esa reunión de adultos que, en algún momento, podrían comenzar a discutir acuerdos comerciales o inversiones en las que probablemente ninguno de nosotros estaba interesado todavía. A veces parecía como si fuéramos piezas en un juego que no entendíamos del todo.
—¿Por qué siempre tienen que hacer esto tan formal?— pregunta Liah, rodando los ojos y alisando su vestido con una mueca de fastidio.
—Porque les encanta pretender que aún nos pueden controlar —bromea Diego, quien ya está encendiendo un cigarrillo, pese a las advertencias de su madre.
Sebastián lanza una carcajada, intentando quitarle el cigarrillo a Diego. Alicia, por su parte, ya está ocupada tomándose selfies junto a Mara, ambas posando con una elegancia que, en el fondo, saben que nuestros padres aprobarían. Yo, sin embargo, no puedo evitar que mis pensamientos vaguen un poco.
Este tipo de reuniones siempre me resultaban incómodas. Sentía que todos los adultos en esa sala estaban ahí por razones más profundas de lo que parecía. Mi madre, con su acento ruso y su actitud misteriosa, no solía traerme a estas reuniones sin motivo.
—Oye, Sienna, despierta— dice Alexander, dándome un suave codazo. —Nos estamos burlando de ti por quedarte en las nubes.
—Perdón, solo pensaba en cómo sobrevivir otra de estas reuniones —respondo sonriendo, sin dar más detalles. No quería que supieran lo mucho que esta vida me resultaba agobiante a veces.
Luis, siempre atento, levanta una ceja y abre la boca para opina lo que no le importa con su siempre notable tinte de sarcasmo.
—Quizá nuestros padres están decidiendo con quiénes nos van a casar en esta reunión. ¿Qué opinan?
—¡Espero que conmigo misma! —se ríe Mara, y Alicia la secunda, provocando una ola de risas entre todos.
De repente, escuchamos una voz fuerte y grave desde la terraza. Es el señor Mirko, que sigue hablando con mi padre y el padre de Alexander en un tono más bajo. No puedo oír lo que dicen, pero algo en sus expresiones serias me intriga.
—Vamos, ¿qué están tramando ahora? —murmuro para mí misma, sin darme cuenta de que Alexander está escuchando.
—¿Qué? ¿Te preocupa algo, princesa? —pregunta él con una sonrisa burlona, usando el apodo que suele darme cuando quiere molestarme.
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Disnastías ocultas
Genç KurguEn el mundo de la élite, donde las sonrisas esconden puñales y los secretos son moneda de cambio, existe una dinastía que reina en las sombras. Sienna Mikhailov y sus amigos nacieron en un círculo de riqueza y privilegio, pero también en una red de...