Durante días, la joven se dedicó completamente a cuidar de la niña.
Aprendió a atender sus necesidades básicas y, aunque todo era nuevo y complicado, no desistió. Entre pañales, biberones y arrullos, trataba de investigar sobre la pequeña o encontrar pistas sobre quiénes podrían ser sus padres biológicos. Sin embargo, no había rastros, ni nombres ni contactos que pudieran llevarla a alguien.Una tarde, mientras revisaba en su teléfono información que pudiera ayudarle, éste comenzó a sonar inesperadamente. Al ver el nombre de su pareja en la pantalla, sintió un nudo en el estómago; entre el cansancio y el tiempo que había dedicado a la niña, había olvidado por completo lo que él le había dicho. Contestó de inmediato, intentando sonar tranquila.
—¿Hola…? —dijo en voz baja, consciente de que la niña dormía en ese momento.
Al otro lado, su pareja sonaba impaciente.
—¿Dónde estás? ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando en el punto de reunión? ¿Es que ya se te olvidó nuestro aniversario? —preguntó, claramente molesto.La joven se quedó en silencio, llevándose la mano a la frente. Había olvidado completamente la cita para festejar su aniversario.
—Lo siento… de verdad lo siento mucho —dijo apresurada—. He estado tan pendiente de la niña que… se me fue el tiempo.
El hombre no dijo nada más. Hubo un silencio breve, pero que se sintió eterno, y de pronto la llamada terminó con un seco “clic.” Él había colgado sin despedirse, dejando a la joven sintiéndose culpable y preocupada. Sabía que su pareja no comprendía su decisión de cuidar a la niña, pero en su corazón sentía que no podía abandonarla.
Más tarde...
El hombre llegó a casa con paso firme, aún molesto y decepcionado por el olvido de su aniversario. Al entrar en la sala, lo primero que notó fue que estaba en silencio, excepto por el suave murmullo de la televisión de fondo y la presencia de la niña, que descansaba en una pequeña manta en el suelo, con los ojos grandes y brillantes, observándolo.
Se detuvo, mirándola fijamente. Su expresión, primero de indiferencia, comenzó a transformarse en algo más oscuro. Pensamientos de frustración y resentimiento se agolparon en su mente:
¿Por qué tenía que ser su problema? ¿Y si simplemente desaparecía?” Dio un paso hacia ella con mirada endurecida.Acercándose lentamente, comenzó a hablarle.
—¿Sabes, pequeña?—dijo, inclinándose ligeramente para estar a su nivel—. No entiendo por qué estás aquí. No tienes nada que ver conmigo ni con ella. No entiendo por qué tenemos que soportar tus llantos por las noches, tus necesidades. Y ahora… ahora haces que todo gire a tu alrededor.
La niña lo miraba sin comprender.
—¿Sabes?—continuó, acercándose un poco más—. Eres la razón por la que ella ya no me presta atención. Antes, todo giraba en torno a nosotros. Y ahora… ¿qué tenemos? Nada, solo una casa llena de llantos y de… distracciones.
Se inclinó más, con la intención de intimidarla, aunque sabía que la niña era demasiado pequeña para comprender. Sin embargo, en algún rincón de su mente, sentía que hablar con ella le permitía descargar esa presión, esa ira que llevaba dentro.
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𝑅𝑎𝑖𝑐𝑒𝑠 𝑃𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠
RandomEn un mundo donde los antiguos recuerdos y los secretos olvidados del pasado se entrelazan con el presente, una niña de origen desconocido aparece en circunstancias misteriosas, abandonada y sola. La encuentra España, quien, impulsado por un inusual...