Masacre porrista

Parte 4: En la cintura

Hubo muchas reacciones mientras el cielo de madera se convertía en piel. Una chica comenzó a reírse de lo absurdo de toda la situación, mientras que un dúo continuó con sus intentos de superar al mariscal de campo estrella, en los que habrían fallado incluso con un tamaño normal.

Un miembro del grupo comenzó a gemir en voz alta, completamente incapaz de actuar debido a la inminente fatalidad a la que se enfrentaba. Una novata continuó saltando arriba y abajo, llamando a Austin hasta que su voz se volvió completamente de caballo. A pesar de ser la más ruidosa de las chicas, sus chillidos se volvieron inaudibles para su oído gigante.

Pero, independientemente de quiénes eran antes y qué enfoque diferente habían adoptado en la situación, cuando los juzgaba a sus ojos verdes, todos eran bichos tontos. De hecho, incluso más lentos que las hormigas habituales con las que se había encontrado. Y ahora considerados tan inferiores como cualquier otro insecto, estaban condenados al mismo destino.

Golpe.

El temblor apenas sacudió el suelo, pero Brynn y Angel todavía podían sentirlo desde lejos. Brynn continuó corriendo hacia adelante, sin inmutarse, pero Angel se dio la vuelta para ver qué había sucedido. El horizonte se torció demasiado para que sus minúsculos ojos presenciaran la masacre de Austin, pero había sido... bueno, una masacre.

Cuando su cálida piel tocó sus cuerpos, cada uno de ellos se desmoronó casi instantáneamente bajo su peso. Lo que en gran medida determinó cómo murieron fue tanto su posición contra la colosal mano de Austin como su postura.

El miembro del grupo que lloraba, cuyo nombre ahora realmente no importaba, ya estaba en posición fetal. Fue bastante fácil para él sacar los órganos de su cuerpo. Sus globos oculares no pudieron contener la sangre dentro de ella y fueron empujados hacia afuera. Y con dos nuevas aberturas que mancharía brevemente la palma de Austin antes de ser tragado por un cuerpo de agua mucho más grande, una combinación de aceite y sudor liberado por sus poros.

Mientras tanto, la novata que intentó llamar su atención estaba de pie. Los brazos levantados con una débil esperanza de hacerse más grande. Cuando su mano tocó el suelo, le devolvió los dos brazos al centro del cuerpo, perforando sus brazos y pulmones. Antes de que la tensión la matara, Austin terminó el trabajo aplastando el resto de su cuerpo. No muy diferente a cómo podía aplastar latas de cerveza contra su frente, pero esta era mucho más fácil.

Ninguna de las otras cinco chicas que eran el objetivo de su mano lo hicieron mucho mejor. A pesar de que las crestas que también estaban en su mano ofrecían pequeñas grietas donde uno podía encontrar seguridad, ninguna de las chicas logró poner todo su cuerpo en una posición tan afortunada. La más cercana de todas dejó atrás un cadáver decapitado.

Austin levantó su mano con una sonrisa arrogante en sus labios.

- Así está mejor. Dijo, mirando hacia abajo a lo que podía ver que eran puntos, ahora inmóviles.

En su mano, no parecía haber ningún resto visible de su carnicería. Y no le tomaría mucho tiempo lavar la evidencia imperceptible de sus crímenes.

- Aunque... Continuó hablando en voz alta, ahora apartando la mirada de su victoria hacia los dos rezagados que seguían huyendo. - No creas que los dejaré escapar. Se puso de pie.

Él podría haberlos atrapado fácilmente arrastrándose a cuatro patas, pero no había necesidad de un gesto tan humillante cuando simplemente podía... alcanzarlos en dos pasos.

Con el primer paso, cruzó la mitad de la distancia. No podía decirlo, pero también había hecho que Angel perdiera el equilibrio y cayera hacia adelante, justo encima de Brynn. Sus chillidos apenas producían un decibelio audible.