Capítulo 30: No quiero que él te toque.

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Capítulo dedicado a: Daniellachii

Capítulo 30: No quiero que él te toque.

MAXIMILIAN HOFMANN

El tormento de esa sonrisa que ella le dedicó al doctor Gustin se replicaba en mi cabeza como una patética molestia que me aumentaban los humos.

Que lo mirada así, me irritaba.

Que él la tocara, me irritaba.

Que él quisiera meterse entre mis planes con ella, me enojaba.

¿Como podía ser tan feliz por alguien tan insignificante como él? No podía pasar de mí de esa manera, ella tenía que venir a mí pero con él por el medio pareció simplemente echarme a un lado.

Con la doctora Clark todo era malditamente impredecible. Tenerla fue mucho más complejo de lo que imaginé, pero valió malditamente la pena, ahora me imaginaba miles de cosas para hacerle, me quedé con las malditas ganas de verla de rodillas con mí polla entera metida en su boca hasta la garganta.

Ahora que ella había accedido quería mas, como una droga, no quería que él la tocará. Él podía amarla, pero su cuerpo era mío, lo fue desde el momento en que ella aceptó.

No iba a dejar que él la alejara de mí.

Tomé mi café caliente de la sala conjunta y me fui a mi oficina intentando calmar mi maldito mal humor.


JANA CLARK

Solté el aire que estaba reteniendo cuando entré a la oficina y fruncí el ceño al darme cuenta que ahí no había nadie.

¿Me equivoqué de oficina?

Salí precipitadamente de ahí, cuando de repente me estrellé contra alguien que venía en sentido contrario, y tibio café se esparció entre nosotros, empapó su camisa y también parte de mi suéter.

—Lo siento —dije dando un paso atrás al ver que era el comandante Hofmann—, no lo vi.

Él tenía la mirada clavada en su camisa de uniforme camuflajeada típica del ejército que se le empezaba a pegar de su musculoso torso. El comandante Maximilian Hofmann soltó un suspiro y terminó de entrar a la oficina, cerrando la puerta a sus espaldas.

Lanzó el vaso plástico del café a un lado y procedió a llevar sus manos hacia su espalda para sacarse la camisa sin ningún tipo de pudor o duda, simplemente la lanzó a un lado dejando su deslumbrante torso cubierto con una simple camiseta blanca de tirantes que no dejaba mucho a la imaginación, haciendo resaltar los músculos de sus brazos y sus tatuajes, parecía mucho más rudo, más... atractivo. Por primera vez noté que en su hombro estaba tatuado lo que parecía ser una pantera, era raro, eso era poco común.

Joder, siempre me sentía diminuta, como una pequeña hormiga frente a este enorme dragón que era capaz de hacerme temblar las piernas.

No fue hasta que sus ojos azules se fijaron en los míos que reaccioné, me había quedado con la boca abierta observándolo. Aclaré mi garganta y miré hacia otro lado.

—No es como si no me hubieras visto así antes, doctora Clark —comentó con cierta burla en su voz—, pero, lo admito, me gusta ver tu rostro rojo —sus ojos se estrecharon—, en todas las situaciones.

La "situación" que se me vino a la cabeza fue en la de su auto cuando él me tenía contra el asiento. Joder, ahora sentía las mejillas incendiadas.

—En realidad recuerdo que estabas vestido...uh —dije cruzándome de brazos intentando calmar mis nervios—. ¿Para qué me llamó?

Perdición (+21) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora