Jeon Jungkook, un alfa imponente y capitán del equipo de baloncesto del instituto, era el deseo de muchos omegas, admirado por su físico robusto y su carismática personalidad.
Sin embargo, su corazón solo latía con fuerza por un pequeño omega de 1.6...
Estaba en el campus del instituto, observando a mi pequeño omega jugar con su peluche de conejo, haciendo unos pucheritos irresistibles que me hacían sentir como si me darían diez infartos. Estaba sentado en mi regazo, y no podía evitar verlo con ternura: ¡es tan adorable que me lo quiero comer a besos!
Acercé mi nariz a su cabellera, disfrutando de su dulce aroma a rosas mientras sonreía y acariciaba su pequeña cintura sobre su abrigo azul que le quedaba un poco grande, haciéndolo lucir aún más encantador.
Bueno, siempre se veía adorable. Me perdí en el delicioso olor a fresas que emanaba de él, hasta que se alejó un poco.
—¿Pasa algo, precioso? —pregunté con una sonrisa, mientras él negaba con la cabeza.
—Nop, sólo quería verte un poco... alfa bonito —dijo con una sonrisa.
Su respuesta hizo que mi corazón latiera desbocado. Era increíble cómo unas simples palabras podían hacerme sentir tan especial. Le sonreí de vuelta, sintiendo cómo la calidez se acumulaba en mi pecho.
—¿Y qué tal si hacemos algo divertido después de clases? —sugerí, con una sonrisa. Mis ideas iban desde un paseo por el parque hasta ir a la heladería que tanto le gustaba.
Sus ojos brillaron ante la propuesta, y no pude evitar pensar que era el ser más hermoso del mundo.
—¡Sí! Quiero helado... y dar una vuelta ¡O ver una película! —respondió entusiasmado, su voz llena de alegría.
Lo abracé con fuerza, disfrutando del momento. Su risa suave resonó en mis oídos mientras lo mantenía cerca. No había nada mejor que esos instantes junto a mi encantador omega; cada día me sentía más afortunado de tenerlo a mi lado.
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