El frío que traspasaba que traspasaba mis huesos y ese olor a cloro. La luz blanca que hacia que mis ojos permanecieran cerrados.—¡ Que miserable se ve! —
Abro los ojos de inmediato, para encontrarme con el tipo de anoche, sentado en una de las bancas.
—¿ Que mierdas haces aquí?— me paro de la silla, para dirigirme donde el.
Un aire helado recorría todo mi espalda, la cual no le di tanta importancia ya que el nudo de mi estómago estaba volviendo.
—¿ Quería ver porque no me contestabas las llamadas? — sube los hombros con ironía.
Lo quedo viendo un par de segundos, me doy la vuelta y me dirijo hacia dónde está mi bolso, para rebuscar en el mi celular.
¿Cuarenta tres llamadas perdidas?— lo volteo a ver con confusión.
—si, puse a mi hermana a llamarte , hasta que me contestarás. — sacude la cabeza diciendo que si.
Al parecer noto mi incredulidad ante tal acto.
—¿ Pues párese que tú hermana, no es normal para darse cuenta de que le quieran contestar las llamadas?— ironizo la situación.
Me le quedo viendo, mientras noto su cara de disgusto, pensé que dirías algo pero por el momento se quedó en silencio.
Me vuelvo acercar a Pablo, el cual estaba tendido en la camilla.
Llevo mi mano hacia su frente, para quitar algunos mechones de su frente.
Involuntaria hago un puchero, después de ver su palideciente piel.
de reojo volteo a ver hasta donde se encontraba el tipo sentado.
Cuando mi cuerpo se jira en su totalidad hacia el, lo único que pude ver fue su espalda.
Su gran espalda.Mi respiración comenzó agitarse, mientras que trataba de quitarme esos pensamiento.
—¿ Porque se fue? —
Respiro profundo, mientras pienso que paso, ¿ Sera que le molestó lo que dije de su hermana , si a mí me dicen algo de mi hermana también me molestaría.
Me vuelvo a sentar mientras me quedo viendo el cuerpo inmóvil de mi pobre Pablo.
Haci paso no se cuánto tiempo, hasta que se comenzó a remover en la Camilla.
Seguí viéndolo hasta que un manotazo me acomodo la nariz.
—¡ desgraciado ¡— me alejo de el, colocando una de mis manos en mi nariz.
Sentía como el loquito espeso baja sobre mis labios para terminar el mi camiseta.
—Liz, mi amor— Pablo extiende su mano, en señal para que me acerque a el.
Me quedo viéndolo, mientras sigo sosteniendo mi nariz, tratando de contener el sangrado.
le muestro el dedo de en medio, al mismo tiempo que pongo los ojos en blanco.
Una enfermera que iba pasando en ese momento me vio, rápido se acercó a mi, dándome los primeros auxilios.
Tardaron un par de minutos, cuando mi nariz ya se encontraba bien.
Cuando la enfermera se retira me acerco Pablo, quien está sentado viendo como me atendían.
—¿Qué me ves? — me paro junto a su cama, con algo de irritación.
Sus brazos se extendieron por mi cintura, hacido que la mitad de mi cuerpo quede sobre la camilla.
—¡ Que escena tan romántica!— el hizo un puchero, mientras fingía Que se limpiaba unas cuantas lágrimas.