La luz del sol se filtraba a través de las hojas, llenando la casita del árbol con un cálido resplandor. Violet, Beatriz y Dafne empezaron a despertar, sus cuerpos aún envueltos en la suave Ciliusa. Pero lo que realmente las sacó de su sueño fue un delicioso aroma que flotaba en el aire.
—¿Qué es ese olor? —preguntó Violet, entreabriendo los ojos y sonriendo al sentir el estómago gruñir.
—No lo sé, pero huele increíble, —respondió Beatriz, sentándose y estirándose. El dulce aroma las envolvió como una suave brisa.
Dafne se levantó y miró hacia el rincón de la cocina improvisada. Allí, Theo estaba ocupado, moviendo una olla sobre una pequeña fogata, mientras el vapor de un atole de Masook se elevaba en el aire, llenando el espacio con un dulce y terroso aroma a tubérculo morado.
—¡Buenos días! —saludó Theo con una sonrisa brillante—. Estoy preparando desayuno. ¡Atole de Masook con nubes de azúcar y pan de Choclok con Xunys!
Las chicas intercambiaron miradas emocionadas. El atole, que burbujeaba suavemente, parecía una delicia exótica. Theo se giró y les mostró una bandeja de pan de Choclok, que brillaba con un color dorado, y un cuenco lleno de Xunys, bayas que destellaban como pequeñas joyas.
—Esto se ve increíble, Theo, —dijo Dafne, acercándose con curiosidad—. Nunca había visto algo así antes.
—Es delicioso, —aseguró Theo, sirviendo el atole en tazas improvisadas hechas de hojas trenzadas. —Y siempre lo acompaño con nubes de azúcar. ¡Es mi desayuno favorito!
Mientras se sentaban en el suelo, alrededor de la pequeña fogata, las chicas disfrutaron del aroma y la vista de la comida. Theo les sirvió el atole caliente, y el sabor dulce y cremoso llenó sus bocas, haciéndolas sonreír de felicidad.
—¡Esto es delicioso! —exclamó Beatriz, probando un trozo de pan de Choclok y dejando escapar un suspiro de satisfacción. —No puedo creer que todo esto exista aquí.
—¡Me encanta! —añadió Violet, mientras disfrutaba de las Xunys, que eran dulces y jugosas—. Nunca pensé que me sentiría tan bien en un lugar desconocido.
Theo sonrió, disfrutando de sus reacciones mientras comían. Era un momento de alegría compartida que les ayudaba a olvidar, aunque fuera por un instante, la confusión de su situación.
Mientras el sol se alzaba en el cielo, iluminando el bosque con su luz dorada, las chicas sintieron que, tal vez, su aventura en Lunaria no sería tan aterradora después de todo.
Después de disfrutar de un desayuno sabroso, Theo se levantó con energía y se sacudió las migajas de pan de su camiseta rasgada. Se acercó a un rincón donde había dejado su pequeño bolso.
—¡Listo! —anunció con entusiasmo—. Voy al pueblo, ¿quieren acompañarme?
Las chicas se miraron, sus ojos iluminándose con la idea de explorar más de Lunaria.
—Claro, ¡suena divertido! —dijo Violet, levantándose de un salto.
—Sí, me gustaría ver cómo es el pueblo, —agregó Beatriz, su curiosidad cada vez más despierta.
Dafne asintió, sintiendo que cada momento nuevo era una oportunidad de aprender más sobre este extraño lugar. —Vamos, entonces.
Theo, emocionado, lideró el camino hacia la salida de la casita del árbol. A medida que comenzaban a caminar, el bosque Luminus se iluminaba a su alrededor, con hongos brillantes que parecían guiarlas.
—¿Qué tan lejos está el pueblo? —preguntó Dafne, mirando hacia el horizonte lleno de árboles.
—No muy lejos, solo unos minutos, —respondió Theo, echando un vistazo por encima del hombro. —Pero primero, ¡tienen que ver el puente de luz! Es uno de mis lugares favoritos.
—¿Puente de luz? —preguntó Violet, intrigada.
—Sí, —dijo Theo, entusiasmado—. Está hecho de cristales que brillan como estrellas. Cuando pasas, es como si caminaras en el cielo.
Beatriz sonrió, imaginando la belleza del lugar. —Me encantaría verlo.
—¿Y qué hay en el pueblo? —preguntó Dafne, mientras seguían el camino disparejo. —¿Hay tiendas, o...?
—Oh, sí, —respondió Theo—. Hay un mercado donde venden todo tipo de cosas, desde frutas hasta juguetes hechos a mano. A veces hay juegos y música en la plaza. Es muy divertido.
Violet rió, disfrutando del entusiasmo de Theo. —¡No puedo esperar! ¿Y las personas? ¿Son amables?
Theo se encogió de hombros. —Algunas son un poco raras, pero la mayoría son amables. Les encanta conocer a nuevos amigos, así que estoy seguro de que les gustarán.
Dafne sintió un cosquilleo de emoción. A pesar de su confusión inicial, la idea de conocer a otros habitantes de Lunaria parecía prometedora.
—Esto se está poniendo mejor y mejor, —dijo, sonriendo a sus amigas. —Tal vez este lugar sea más interesante de lo que pensé.
Theo se detuvo y se giró hacia ellas. —¡No se preocupen! Todo estará bien. Solo sigan mi ejemplo y, si tienen dudas, pregúntenme.
Las chicas asintieron, sintiendo que cada paso que daban las acercaba más a la aventura que las esperaba en el pueblo. El bosque iluminado las rodeaba, y su curiosidad por el mundo de Lunaria crecía con cada instante.
El camino se tornó más vibrante a medida que se acercaban al pueblo. Las casas eran de colores vivos, decoradas con luces parpadeantes que brillaban incluso bajo la luz del sol. Las risas y los murmullos de los habitantes llenaban el aire, creando un ambiente cálido y acogedor.
Theo se movía con confianza entre los puestos del mercado, saludando a conocidos mientras señalaba las diversas mercancías. Violet, Beatriz y Dafne lo seguían, fascinadas por la variedad de productos: frutas de colores desconocidos, juguetes de madera tallados a mano y encantadores accesorios que chisporroteaban con luz.
Mientras Theo se acercaba a un puesto para comprar algunos bocadillos, una señora con tres ojos llamó la atención del trío. Su piel era de un lila vibrante, y llevaba un elegante traje color vino. Su cabello azul marino caía en ondas, y sus lentes cuadrados brillaban a la luz del sol.
—¡Niñas! —exclamó, mirándolas con curiosidad—. ¿Qué hacen aquí? A su edad ya deberían estar en la escuela de magia.
Las chicas se miraron, un tanto sorprendidas por la pregunta repentina. Beatriz fue la primera en reaccionar.
—Eh... Bueno, estamos... explorando, —respondió, un poco avergonzada.
La mujer sonrió, sus tres ojos parpadeando al mismo tiempo. —Explorar es maravilloso, pero no olviden que la magia es una parte importante de nuestra vida en Lunaria. ¿No les gustaría aprender?
—Sí, claro, —dijo Violet, entusiasmada, aunque un poco confusa—. Pero... no sabíamos que había una escuela de magia aquí.
La señora asintió, inclinando la cabeza. —Por supuesto. Está en la colina detrás de la plaza. Los niños como ustedes comienzan a aprender a los 10 años. ¿No es fascinante?
Dafne frunció el ceño. —Nosotros... solo llegamos aquí.
—Oh, ya veo, —respondió la mujer, mirando a Theo, que estaba ocupado eligiendo algunos dulces de un frutero cercano. —¿Ese chico es su amigo?
—Sí, se llama Theo, —dijo Beatriz—. Nos ha mostrado el pueblo.
La señora sonrió de nuevo, mirando con aprecio a Theo. —Un buen chico. Si deciden quedarse, deberían pensarlo bien. La magia es un regalo poderoso.
En ese momento, Theo se acercó, con una bolsa llena de golosinas en la mano. —¿De qué hablan? —preguntó, sin darse cuenta de la conversación anterior.
La mujer lo miró y le guiñó un ojo. —Solo estaba recordándoles a estas chicas que la magia es importante aquí.
Theo se rió. —¡Yo no tengo tiempo para eso! ¡Tengo que llevarlas a ver el puente de luz!
La señora se despidió, dándoles una sonrisa y un consejo. —No olviden que siempre hay tiempo para aprender algo nuevo. ¡Diviértanse!
A medida que se alejaban, las chicas intercambiaron miradas curiosas. El encuentro las había dejado intrigadas, pero la emoción de explorar Lunaria aún era lo más fuerte en sus corazones.
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LUNARIA: Un mundo Mágico
FantasySin spoilers....Bueno son 3 chicas que viajan a un lugar inesperado más allá del cosmos.....