27 AARÓN

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Mierda. Jodida mierda. No traje a mi mujer hasta aquí para ver morir a otro padre.
El cuerpo de mi ángel se tambalea, pero mis brazos la sostienen.

—¿está bien? —pregunto a Danilo.

—es pronto para saberlo, lo están llevando a la clínica en este momento, ya todos se han ido. —el idiota da un paso en dirección de mi mujer. —no tienes que ir si no quieres Livia, puedes esperar aquí o...

No se me escapa que le dice Livia, y me molesta que le quede tan bien ese nombre.

Mi ángel niega con la cabeza, por un momento pienso que se derrumbará, pero una vez más me sorprende lo fuerte que es, y me prometo que no seré yo quien la haga caer, nunca. Seré su faro en medio de la oscuridad, seré el brazo a su alrededor, su hombro dando consuelo y lo que sea que ella necesite. Nunca quise esto. Pero la quiero a ella. No, La amo. Y no imagino una vida antes o después donde ella no esté ahí. Conmigo.

—no. Quiero ir. —se estabiliza y como la verdadera princesa que es, levanta la cabeza. —dime cómo llegar. Quiero ser yo la que escuche lo que está pasando con mi padre.

Cinco minutos después estamos subiendo al auto y conduciendo detrás del auto de Danilo. El muy idiota no acelera lo suficiente su maldito auto y mi ángel se está poniendo nerviosa.

—todo va a estar bien ángel, estoy contigo. —estiro mi mano para tomar su pierna desnuda y ella pone su mano sobre la mía.

—lo sé cariño. Y yo no voy a ir a ningún lado. Cuando todo esto termine, hablaremos. Y nos establecemos.

—eso haremos bebé. Te amo.

—yo te amo. Cariño, gracias por llegar a mi vida. —me dice con una sonrisa llena de promesas.

—gracias por dejarme entrar. Ángel. —tomo su mano y la llevo a mis labios, después la dejo en mi regazo por el resto del camino al hospital.

Llegamos y al menos una docena de camionetas negras están estacionadas al rededor del hospital. Parece uno privado, me arriesgaría a apostar que pertenece al mismo Vito.

Rodeo el carro y cuando salimos mi esposa es toda una reina. Espalda recta, cabeza en alto, emociones controladas, Su seguridad es oro, y me encanta. Cada día la amo más.

Seguimos a Danilo y nos dejan pasar sin hacer preguntas. Más hombres vestidos de negro vigilan todas las puertas y cuando llegamos a la recepción mi mujer fuerte se adelanta al idiota de Danilo y es ella la que pide informes.

—como está mi padre. Su nombre es Vito Roselli. —es la segunda vez que lo llama su padre. No sé en qué momento pasó de ser Vito Roselli a su padre, solo espero que no sea un problema.

Danilo da un paso atrás y cruza sus brazos hacia el frente con la ceja enarcada.

La recepcionista se pone nerviosa cuando se levanta para responder a la pregunta de mi mujer.

—yo... el señor... no tengo información. Lo siento. —la recepcionista cierra los ojos, no que sé que esperaba que mi ángel le hiciera,   pero está temblado de miedo —pero lo voy a averiguar en este momento. —dice entrecortadamente y sale corriendo antes de que nadie pueda decir nada más.

Mi mujer se da la vuelta y me mira a mí y luego a Danilo, quien está tratando de disimular una sonrisa.

—¿qué fue eso? —pregunta señalando con una mano hacia su espalda donde la recepcionista acaba de salir corriendo.

—deberías ver tu cara de princesa de la mafia. —dice Danilo y lo fulmino con la mirada. —parecía que querías eliminarla de la faz de la tierra. —ya no se resiste y suelta una ligera carcajada.

Dulce NO tan Dulce (borrador terminado) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora