Comencé a saltar y a celebrar. Ya tenía un tiempo buscando trabajo y al fin, me dieron la oportunidad de incorporarme a una gran empresa. Hace unos cinco años decidí emigrar de mi hermoso país, Venezuela a Chile, junto con mi mejor amiga, Valeria. Ambas nos embarcamos en esta nueva experiencia con mucha ilusión.
Valeria labora en una tienda de productos electrónicos, y se ha mantenido allí desde que llegamos. Es muy profesional y estable en su trabajo. Yo dejé de trabajar hace unos seis meses, ya que la tienda de ropa donde llevaba cuatro años de vendedora cerró. La dueña lo decidió porque se iría del país.
Desde entonces, estoy clavada en los portales de empleo buscando trabajo, también he aprovechado todo este tiempo para optimizar mi currículo, tomando diferentes cursos.
Hace una semana, fui a una entrevista a una startup, la cual lleva la cuenta de varias empresas del país. Por suerte, mis nuevos conocimientos rindieron frutos; postulé a un cargo en el área de marketing, y me aceptaron.
Ese correo me despertó muy temprano el sábado. Fui corriendo a contarle a Valeria la buena noticia. Sin embargo, al llegar a su habitación, ya se había ido a trabajar. Ansiosa por decirle a alguien las novedades, llamé a mamá para informarle que conseguí un trabajo. Ella se alegró mucho, pues estaba preocupada por mi mala suerte de estos últimos meses, a pesar de haber ido a varias entrevistas.
Me duché, preparé un desayuno rápido y saqué la ropa de mi closet. Necesitaba verme presentable para el lunes. Elegí una falda tubo negra con un blazer a juego y una blusa color blanca. Lo dejé todo colgado detrás de mi puerta. Luego busqué mi teléfono, le di play a mi lista de reproducción especial de limpieza para organizar la casa.
Inicié por la cocina. Seguí con el baño, el living, la pequeña terraza y, para terminar, mi habitación. Al ritmo de Juan Luis Guerra, Queen, The Weeknd y Proyecto Uno, dejé todo de punta en blanco. Cualquiera diría que estoy loca, nada más a mí se le ocurriría armar una playlist así de diversa.
El día pasó muy rápido, y al finalizar la tarde, la casa y la cena estaban listas. Solo esperaba a Valeria para contarle que mi racha de no conseguir empleo había terminado. Los últimos meses, ella se encargó de casi todos los gastos, yo organizaba mis ahorros y enviaba dinero a Venezuela.
―¡Ya estoy en casa! ―Escuché la voz cantarina de Valeria.
―¡Bienvenida, Vale! ―respondí―. Ven, siéntate para que cenemos.
―Oye, qué bueno se ve todo esto ―alabó con ojos brillantes.
Se frotaba las manos, mientras se sentaba en el pequeño comedor de dos sillas, que teníamos en un espacio de la sala. Había cocinado un pollo a la mostaza, con ensalada y puré de papas.
Inspiré hondo y dije:
―Tengo algo que contarte.
Mi corazón latió con emoción, sirviendo un poco de vino.
Valeria me miró con picardía y adivinó:
―Aceptaste a Julio.
―¡Pues no! Mucho mejor que eso, conseguí empleo.
―¡¿De verdad?! ¡Felicidades! ¡Esto hay que celebrarlo! ―Y chocando nuestras copas, brindamos―. ¡Salud!
Durante la cena le conté de qué se trataba mi nuevo cargo, y a qué se dedicaba la empresa y, por supuesto, de mis expectativas de crecimiento. Al rato retiré los platos de la mesa para lavarlos. Coloqué algo de música suave, dejando la cocina impecable.
Esa noche Valeria se durmió muy temprano. Venía agotada del trabajo, yo me quedé leyendo un libro de una de mis escritoras favoritas, hasta que una hora después me quedé dormida.
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Tú Me Hiciste Cambiar
RomanceSinopsis: Después de seis meses sin encontrar trabajo, Amanda es contratada en una empresa de publicidad como asistente. Lleva más de cinco años viviendo fuera de su país y esta es la oportunidad profesional que estaba esperando desde que arribó a C...