Encendí un cigarro, y el humo serpenteó en el aire, dibujando formas que se desvanecían con la misma facilidad con la que él entraba y salía de mi vida.
Con la misma facilidad con la que Bradley entraba y salía de mí vida.
Frente a mí, él me miraba con esos ojos azules, tan profundos, tan mágicos, tan hipnóticos, que parecían contener todo el cielo de un día despejado.
Ojos que no necesitaban palabras para hablar, que podían envolverme en una calma engañosa, como si el mundo entero se desvaneciera gracias a su mirada.
No había mentiras en sus ojos, pero tampoco promesas. Eran sinceros en su vacío, en su incapacidad para ofrecerme más de lo que había en ese instante.
Su mirada era como un océano en calma, tentador, sereno, pero también peligroso. Y yo, Max Goof, siempre corría el riesgo de naufragar en él, de ahogarme en él.
Cada vez que me perdía en esos ojos, sentía el peligro de ahogarme en ese azul inmenso, de dejarme arrastrar por su mirar, aún sabiendo que no habría rescate. Pero aun así, volvía a sumergirme, una y otra vez, atraído por una promesa silenciosa de que, algún día, aquellos ojos transmitan algo más.
Sin decir una palabra, acerqué mis manos a su camisa.
Deslicé mis dedos con cuidado, abrochando uno a uno los botones. Lo hice lentamente.
Mientras lo hacía, él permaneció inmóvil, salvo por el ligero cruce de sus piernas, un gesto que irradiaba una mezcla de confianza y desinterés.
Elegante y distante, como siempre.
Sabía que le gustaba estar aquí, que disfrutaba del calor de mi cuerpo y de las noches que compartíamos. En esos momentos, él era mío y yo era de él.
Pero solo en esos momentos.
Porque más allá de las sábanas, del roce de nuestras pieles y del humo que llenaba el aire, había un vacío.
Él no quería más.
Nunca hablábamos de futuro, ni de sueños compartidos. No había promesas entre nosotros, ni siquiera las pequeñas ilusiones que a veces nos inventamos para soportar la soledad. Lo que teníamos era fugaz, un instante robado al tiempo, y ambos lo sabíamos.
Similar a una estrella.
Bradley no era mi amor. Y yo no era el suyo.
Él no era mío y yo no era suyo.

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" É L D I J O „
RomanceMax deseaba amar a Bradley con todo su ser, pero, Bradley no parecía compartir el mismo deseo. Historia Maxley.