*Darcy*
Cambiarse de colegio en su último año claramente está provocando peores sentimientos en su pecho que cuando su gato naranja se perdió por más de 24 horas y luego apareció con el pelaje todo sucio, pero aparentemente feliz después de su escapada.
“Por favor, universo. Conspira a mi favor, no me hagas poner un pie en ese lugar” suplicó, aún acostada sobre la cama desordenada después de haber dado tantas vueltas durante la noche antes de lograr dormir por solo 4 horas.
—¡Darcy! — gritaron desde la planta baja.
Tomó una almohada entre las tantas que tenía y rápidamente ocultó su rostro como si eso sirviera de algo.
Sabía que era su padre, quien hace cinco minutos había tocado su puerta para que despertará. Lo que él no sabía es que ya estaba despierta desde hace media hora.
Un maullido se escuchó en los pieceros de su cama, luego un suave ronroneo junto a un peso en sus piernas se hizo presente.
Dejó de enterrar su rostro en la almohada y con mechones alborotados de su rizado cabello vió como su querido gato llamado Tito, estaba ahora sentado sobre su abdomen observándola.
—¿Te vienes a burlar de mis desgracias? — le preguntó.
El gato naranja suelta otro maullido y para más comodidad se acuesta sobre ella.
—Quiero ser un gato y que mi dueña me consienta todo el día — vuelve a hablar sola, algo que suele suceder cuando Tito es el único presente.
Junto a su gato vuelve a acurrucarse en las sábanas, pero el sonido repentino de una podadora la hizo abrir los ojos de golpe.
Con delicadeza se sienta sobre la cama y deja a Tito a un lado a pesar de que éste protesta con más maullidos.
—Lo siento, amigo.
Sus pies descalzos entran en contacto con los tablones de madera del piso de su habitación y algunos crujen bajo su peso mientras se dirige a la ventana.
Hace a un lado las persianas blancas y abre la ventana, los primeros rayos de sol matutinos entraron a su habitación y tuvo que cubrirse los ojos con el antebrazo hasta acostumbrarse a la iluminación que dejó entrar de golpe.
—Mierda — gruñe bajo, parpadeando varias veces hasta que sus ojos marrones se acostumbran al exceso de luz.
La podadora ahora se escuchaba más fuerte y apoyándose en el alféizar se inclinó para ver el patio frente a su casa.
Ahí se encontraba su padre ya preparado para otro día, con su gorra roja favorita de un equipo de béisbol y aparentemente podando el césped tan temprano.
Qué casualidad.
—¡No había necesidad de medidas tan extremas! — gritó Darcy sobre el ruido de la podadora.
Carl, su padre, detuvo la podadora y miró hacía arriba en dirección a la segunda planta, donde ella se encontraba. Su risa al haber logrado su cometido la hizo rodar los ojos y luego fue su turno de reír cuando lo vió quitarse la gorra y su calva reluciente quedó expuesta bajo el sol.
—Contigo siempre se necesitan medidas extremas — dijo Carl, sacudiendo un poco el sucio de sus pantalones jeans.
Su piel morena al igual que la suya tenía una leve capa de sudor, lo cual le indicaba que su padre desde temprano estuvo encargándose de algunas cosas en la casa sin hacer mucho ruido para no hacerla levantar.
—Ponte la gorra de nuevo, por favor. Vas a deslumbrar a los vecinos — bromeó, y rió a carcajadas cuando su padre fue quien esta vez rodó los ojos.

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Lena Luthor X Reader - La Mejor Opción
FanficLa vida de Darcy, a sus 18 años, estaba llena de simplicidad. Sin embargo, de vez en cuando, los inevitables dramas adolescentes irrumpían en su rutina, despojándola de esa paz cotidiana. Lena Luthor se convirtió en uno de esos dramas adolescentes. ...