Quackity ama a Wilbur con su corazón, ama cada parte de él y no lo cambiaría por nada. Wilbur no está satisfecho con Quackity, no hace lo que quiere y eso lo forzó a tomar cartas en el asunto.
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Lo recordó entonces.
Es primavera, 1962. Habían tenido una discusión, ya se habían vuelto habituales durante los últimos meses y en comparación con las otras ésta fue pequeña, causada por una tontería sin importancia. Había considerado disculparse después, aunque encontraban diferencias frecuentemente había asumido que era parte de la vida marital, todas las parejas discuten, solo se estaban adaptando a vivir el uno con el otro; a la rutina compartida.
No pensó en ello como un gran problema, pero pronto descubrió que para Wilbur había sido la gota que derramó el vaso.
Suplicó, pidió disculpas e hizo promesas, como ninguna fue escuchada cayó en la desesperación de los insultos, amenazó, luchó y se resistió tanto como pudo. Pero nada de lo que hizo cambió la sonrisa autosuficiente en el rostro de Wilbur, esto no había sido un error, lo había hecho con plena consciencia.
Su esposo, el que dijo amarlo sin importar qué, lo estaba enviando a que le practicaran una lobotomia.
Su corazón quedó destrozado cuando se dió cuenta de que no tendría escapatoria y que alguno de sus padres se había confabulado con Wilbur para autorizar esto. Se sintió traicionado y maldijo hasta que las palabras se volvieron llanto. De camino a la sala dónde el doctor aguardaba por él, se cuestionó si estaba dispuesto a todo por amor y amarga fue su sorpresa al darse cuenta de que no podía odiar al hombre que lo había puesto en este apuro. Fueron tantos años de caricias, palabras, gestos y silencios compartidos como para creer que este monstruo es el mismo hombre con el que intercambió votos esa noche de verano.
Pero eso ya no importa, cada memoria y sensación compartida, todos ellos acabaron borrados y enterrados en lo más profundo de su cerebro.
El jardín era todo lo que le quedaba, las plantas que había cuidado con esmero, las hortalizas cultivadas con amor. De ellas venía ese sentimiento extraño, el dolor que le causaba ver cómo todo su esfuerzo se marchitaba sin oposición, un paralelismo con su matrimonio roto.
Lo recordó, avanzando entre las flores marchitas, balanceando el encendedor en sus dedos. Todo lo que alguna vez fue se marchitó y murió junto a este pedazo de tierra. Él mató lo que lo volvía una persona y lo convirtió en una marioneta dedicada solo a su deleite, con una existencia sin sentido y sin emociones.
Error. Aún le queda un sentimiento, la rabia es una vieja amiga.
Arder es tan fácil, la yerba y las flores muertas se consumen unas tras otras hasta formar una hogera, hasta que las llamas crecen tan altas que no pueden ser ignoradas. Para cuando Wilbur llega, Quackity ha ardido en las llamas de su propia ira y se ha convertido en ceniza delante de sus ojos.
Igual que sus plantas, ardió hasta el olvido y se llevó consigo todo lo que alguna vez llamó hogar.
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Nota de Autor: Bueno banda, hasta aquí llega esta historia. Me declaro fan de estas temáticas oscuras, es mi mero mole.
La verdad es que me ha gustado mucho, tanto que la he escrito toda en una noche aprovechando que no tenía electricidad. Espero les haya gustado, no se olviden de comentar y dejar su estrellita para que les siga trayendo contenido de calidad. Muchas gracias por leer.
Atte: Jay🌾
Pd: Soy perfectamente consciente de que Wilbur está funado hasta decir basta, pero encuentro a su personaje adecuado para mi plot así que lo usaré ocasionalmente. No más aviso.