Quackity ama a Wilbur con su corazón, ama cada parte de él y no lo cambiaría por nada. Wilbur no está satisfecho con Quackity, no hace lo que quiere y eso lo forzó a tomar cartas en el asunto.
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El jardín, sus ojos siempre acaban en el jardín. No entiende porqué, no recuerda desde cuándo, solo acaba hipnotizado ante la imagen como si está tuviese algún significado que no recuerda con claridad pero cuya emoción se ha quedado plasmada en su mente.
«¿Qué es?» trata de recordar, navegando los pasillos en blanco de su memoria y avanzando entre recuerdos vagos que no son más que leves impresiones. «¿Qué olvidé?» piensa, tratando de ir más profundo para agarrar esa pieza que falta en su memoria, esa que sigue viva dónde su mente es blanca e insípida.
ㅡOh, cariño. No te sobre esfuerces.
Wilbur aparece, la concentración se rompe y la pieza de memoria es lanzada en lo profundo de su subconsciente donde ya no puede acceder a ella. Sus ojos se enfocan, la expresión del castaño y tranquila pero las esquinas de su boca lucen tensas cuando los ojos de Quackity finalmente se fijan en él.
Acaricia sus mejillas y las pellizca un poco antes de inclinarse para tomar sus labios en un beso corto y casto.
ㅡSi te duele la cabeza solo tienes que decirme ㅡseñala a la vez que se pone de cuclillas frente a él, extrayendo un pañuelo de su bolsilloㅡ. Aquí, déjame limpiarlo.
Se inclina y es ahí que Quackity se da cuenta de que hay sangre bajando de su nariz. Eleva su mano por inercia, pero Wilbur la agarra primero y presiona sus labios en el dorso.
ㅡNo, no. Déjame esto a mí ㅡinsiste, frotando su mejilla contra la palma del más bajo.
Quackity no pone resistencia y deja que se encargue, cuando termina se pone de pie y se acerca hacia la puerta corrediza.
ㅡ¿Qué te parece si ocupas tu tiempo en otra cosa? ㅡSugiere, su tono amistoso se siente... acartonadoㅡ. Aún tienes esos libros que Techno dejó para tí ¿Por qué no les echas un vistazo, cariño?
Con un movimiento brusco, cierra las cortinas y le sonríe por sobre su hombro. La sala se sume en una tenue oscuridad, dotando los rasgos del castaño con un tinte ominoso, sus palabras no se siente como una sugerencia sino más bien orden.
Quackity lo observa por un momento antes de ponerse de pie, Wilbur aplaude y lo sigue hacia el despacho donde aguardan los libros.
