Hace un tiempo atrás...
La primera vez que vi a Leonardo, estábamos en el primer año de gastronomía. Él era brillante, apasionado y tenía una sonrisa capaz de desarmarme. La conexión fue instantánea, y lo que comenzó como amistad se transformó en algo más.
Cuando me pidió que fuera su novia, acepté con el corazón palpitante de felicidad. Todo parecía un sueño, hasta que decidió irse a Francia para cumplir su sueño de abrir un restaurante. Me pidió que lo acompañara, y lo hice, con la condición de que no me presionara para algo que aún no estaba lista para dar.
Al principio, todo fue perfecto. Leonardo era detallista, sus palabras estaban llenas de amor y promesas. Pero con el tiempo, la frustración se apoderó de él. Mis dudas sobre la intimidad comenzaron a crear una barrera entre nosotros. Aunque trataba de ocultarlo, vi cómo su paciencia se desmoronaba poco a poco.
Trabajando juntos en su restaurante, pensé que las cosas mejorarían. Me involucré más de lo que debía, dando todo de mí, pero eso no fue suficiente. Leonardo comenzó a tratarme con frialdad, como si fuera solo un accesorio para presumir en su éxito.
—Te ves bien esta noche —me decía, como si solo importara mi apariencia.
La tensión creció hasta convertirse en un abismo. Una tarde, decidí que debía hablar con él y darle lo que tanto deseaba, pensando que así salvaría nuestra relación.
Pero cuando llegué a su oficina, escuché gemidos tras la puerta. Mi corazón se aceleró y, sin pensarlo, la abrí. Allí estaba él, con una mujer entre sus piernas, en una escena que jamás podré borrar de mi memoria.
El suelo desapareció bajo mis pies. Sentí cómo algo dentro de mí se rompía para siempre. Sin pensarlo, salí corriendo, con las lágrimas cegándome.
—¡Juliana, espera! —jadeó, alcanzándome y sujetándome del brazo—. Sabes que te amo. Fue un error... es que yo también tengo necesidades.
—¿Necesidades? —pregunté, incrédula, con la voz rota.
—Si no entiendes, no es mi culpa. Eres hermosa, pero de nada sirve si no puedo tenerte por completo.
Sus palabras eran dagas que destruían todo lo que alguna vez construimos.
—Eres un miserable, Leonardo. Si no me amabas, lo mínimo era decirlo. ¡No engañarme!
—Tú has cambiado, Juliana. No eres la misma.
—¡Cállate! —lo interrumpí, alzando la voz—. Tú también haz cambiado, eres patético, aburrido, amargado, y aún así yo preferiría caminar por encima del fuego, pero jamás dañaría a alguien que amé. ¿Sabes algo? Me alegro de no haberme entregado a ti. Soy demasiado mujer para ti. Esto se acabó.
Con lo poco que quedaba de mi dignidad, regresé a mi apartamento. No miré atrás, ni lo escuché suplicar. Esa misma noche empaqué mis cosas y tomé el primer vuelo a Los Ángeles. Dejé atrás todo: los sueños, los sacrificios y el amor que, al final, no era más que una mentira.
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😭😭😭 ¡Nadie merece ser engañado! Pobre Juliana no merecía que su corazón se rompiera por un CUCARACHO interesado 💔💔💔Ya vamos desnudando más a nuestros protagonistas, así podemos entender porque ciertos comportamientos pero esto no es lo único hay un más allá del porque a Julianita le cuesta tanto intimar con alguien 😰
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Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...