Home sweet home.
Caminé sin temor por las calles oscuras del subterráneo, mientras balanceaba con una mano mi cuchillo favorito. Mis dedos ágilmente hacen girar el objeto puntiagudo como si fuera la tarea más fácil del mundo.
Mis pasos son lo único que suenan en las deserticas calles del subterráneo, haciéndose eco ante el silencio de la noche. Un sentimiento de poder invade mi mente, dándome cuenta del peso que habia sido la ida de mi padre.
Sus dominios se descontrolan sin un lider que de frente.
Mis ojos azules estudian cada detalle de las calles más famosas de Zaun, donde me dejo llevar por los recuerdos de la infancia. Todo esta medianamente normal, aunque, bastante descontrol de lo normal en los bajos. Zaun es la ciudad del caos, y a mi el caos me pone.
Mucho.
Ni siquiera habia gente por las calles armando pelea, ni niños jugando a ser adultos robando tiendas. No habia alma en este sitio, Silco se lo habia llevado todo a la tumba. El aura es desertico, y eso me hace pensar que el lugar de donde me crié esta peor de lo que me podían informar.
El caos es mi fantasía.
Al parecer, como se habia rumoreado. Desde la dictadura de Caitlyn y Ambessa, el subterráneo estaba más controlado. La gente temía salir a las calles, y ya ni siquiera se lucha por la libertad.
Menos mal que llegué yo, para dar un poco de chispa a esta fiesta.
-Hogar dulce hogar- Murmuré con una sonrisa vacilona, tambaleando mis caderas hacía la persona que me había reclamado de nuevo a Zaun. Di el último giro a la cuchilla, antes de meterlo en una cartuchera de mi cinturon.- Veo que no puedes vivir sin mi.
Mis ojos se clavan en los de la persona que tengo justo enfrente. A pesar de que ella era más fuerte y de estatura superior a la mía, la que impone soy yo. Me tomé el honor de mirar de arriba a abajo a la morena que tengo enfrente.
Sevika.
No pude evitar tomarme un momento para reirme de su nuevo corte de pelo, literalmente era una seta. Pero musculosa y enfadada. Me acerqué con cautela a su cuerpo, poniéndome de puntillas para alcanzar su flequillo mal cortado.
Sevika no tardó en agarrarme la muñeca, deteniendo mi acción. Nunca cambiaba. Estaba igual de amargada que siempre. Mi otra mano con agilidad saco el cuchillo, y con astucia solté su agarre. En dos segundos, la tenía en mi control.
Mi cuchillo en su yugular. Mi aliento rozó su cuello esperando cualquier movimiento de la morena para acabar con su vida.
-Sigues siendo igual de lenta. La agilidad no equivale a la fuerza. -Comente, bajando sensualmente la cuchilla hasta su escote.
-No estamos aqui para jugar.- Respondió con ese tono frío y amargo.
Puse los ojos en blanco, y quité la cuchilla de su escote. Hice una mueca, volviendo a mi posición. Ella y yo cara a cara para solucionar esto.
-Un poco de humor no te viene mal, Sevika. Y bueno, ahora que lo pienso un brazo tampoco.
-Suficiente tengo con la guardería de Jinx con sus chistes para que vengas tu ahora con las mismas.- Murmuró molesta, rebuscando en uno de sus bolsillos un paquete de tabaco.
Sevika no fuma, pero siempre la encargo comprarme el tabaco en el viejo bar de la última gota. Es mi tabaco favorito.
El tuyo no, el de él.
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𝐮𝐥𝐭𝐫𝐚𝐯𝐢𝐨𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚. || 𝐕𝐢
ФанфикTras la dictadura de Caitlyn y Ambessa. Athenea, la hija de Silco, deberá volver a Piltover a vengar el nombre de su padre y encontrarse con los fantasmas del pasado. Esta historia se basa en el dolor entre el conflicto de la pasión y la guerra, de...