Desde Aquí

♡Enfermedad♡

Observar la naturaleza era uno de mis momentos más favoritos, siempre venia aquí luego que mi padre se iba a vender productos que producian estas tierras al pueblo.

Suspire y volví hacia Negro, mi caballo, era un caballo fuerte y valiente.

_ Jia_ grite haciendo que Negro comenzará a cabalgar. La mañana era fresca. Respirar era un milagro, un regalo para poder sobrevivir. Era simplemente maravilloso. Negro paro su trote luego de recorrer el camino de regreso a casa.

_ Vuelvo en un rato amigo_ acaricie la cabeza de Negro y camine hasta la entrada de la casa. Al llegar me sentí un poco cansado y algo mareado, no le di importancia, no creo que sea algo grave.

La casa era de un buen tamaño, tenía todo lo necesario, era cómoda y sencilla.

No había comido y mi estómago crujía de hambre, no me quedaba de otra, tenía que cocinar.

Toda la mañana la pasé solitario, cualquiera dijera que a lo mejor la paso aburrido pero en realidad era una tranquilidad estar solo. Además hacia todo lo que se tenia que hacer en casa como limpiar, lavar la ropa y otras cosas más, no había nadie más que lo hiciera.

Salí al patio a ver a las gallinas. Todas eran muy hermosas. Como para hacer una sopa. Pase mi lengua por mis labios ante la idea. Sonreí y fui a por la primera que me saliera en el camino. Y si, allí estaba una, sólita y muy callada, me acerque a paso lento para que no se asustara, ella me observo y comenzaba a caminar lentamente hacia atrás. No era tonta sabía que la iba a agarrar. Lastimosamente yo era más rápido y logre atraparla. La sujete del cuello y le di vuelta hasta que tronara, allí había quedado su vida.

Era un experto en hacer sopas de gallina y de cualquier otro animal. Tenía como una semana que no disfrutaba de una. A mi papá le va a gustar cuando regrese del pueblo.

Cuando tenia ocho años mi madre murió de un infarto al corazón. Desde entonces solo vivo con mi papá, él siempre dice que la extraña mucho, que desea volver atrás para estar aunque sea solo unos minutos con ella. Yo no recuerdo muy bien como era ella, solo tengo pequeños fragmentos de su rostro. Según mi papá ella me quería mucho, decía que quería verme grande y fuerte, yo lamento mucho que no puede tener una madre en todos estos años.

Mi padre se encargo de criarme bien todos estos años, me enseñó valores y los principios necesarios para poder ser una buena persona. Siempre le agradezco por ello.

Ya había terminado de quitar todos los órganos internos a la gallina, ya estaba lista para hacerla en una rica y deliciosa sopa.

_ ¡Hijo!_ grito mi papá desde la sala. Al escucharlo deje de cortar las zanahorias y corrí a verlo. Y allí estaba mi padre, un hombre de cincuenta años. Era un señor muy serio y con carácter_ Por favor ayúdame a bajar las canastas de la camioneta, me siento un poco cansado_ pidió y se recostó en el sofá viejo que teníamos.

_ No te preocupes bajaré las canastas_ asegure tomando mi gorra y colocandomela para no quemarme del sol_ tu solo descansa.

Eran cincuentas canastas en total, tenía que bajarlas y colocarlas en la bodega donde siempre las dejábamos. Las canastas estaban llenas de tomates y papas, lo que las hacían pesadas.

Pase mi brazo por mi frente qué estaba llena de sudor, estaba cansado. Pero tenía que ayudarle a mi papá. Al tiempo sentía que no podía respirar muy bien. Solo me faltaban cinco canasta sí, me faltaba poco, estaba por terminar.

Respire con alivio después de terminar, sonreí y volví a la casa.

Al llegar me sentí mareado otra vez. Me agarre del marco de la puerta para no caerme, mire hacia el suelo y este crecía y daba vueltas así que mire hacia arriba y el techo al parecer crecía y daba vueltas también, cerré los ojos con fuerza y me deslice hacia abajo y me senté en el suelo. Toque mi cabeza y respire profundamente. Luego de un rato había mejorado. Me levanté y camine hasta la cocina. Mi padre se encontraba allí terminando de echar las verduras qué faltaban al caldero.