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Sevilla, 1605: Un mundo de contradicciones

En las calles de Sevilla, el bullicio de los comerciantes y las campanas de las iglesias llenaban el aire con un ritmo que parecía eterno. Era una ciudad de riqueza, con oro y especias provenientes del Nuevo Mundo, pero también una ciudad dominada por el miedo, donde las llamas de la Inquisición ardían para purgar lo que se consideraba impuro.

Fue en este entorno que las vidas de Isabela de Velasco y Catalina Morales se entrelazaron de forma irreversible, iniciando una historia que desafiaría las normas de su tiempo.

El primer encuentro

La iglesia de Santa María era conocida por sus vitrales imponentes, pero aquel domingo, Isabela estaba distraída. Caminaba al lado de su madre, doña Leonor, tratando de evitar sus comentarios constantes sobre posibles matrimonios.

-Debes prestar atención, Isabela. Hay un joven en la misa de hoy, don Alonso, de buena familia. Tu padre espera que lo conozcas -dijo su madre en tono autoritario.

Isabela suspiró. Antes de que pudiera responder, tropezó con el borde de un escalón y dejó caer su misal. Antes de que pudiera recogerlo, una mano ágil lo levantó.

-¿Está usted bien, señorita? -preguntó Catalina con suavidad, ofreciéndole el libro.

Isabela levantó la vista, encontrándose con unos ojos oscuros y profundos que parecían leer más allá de su apariencia. Por un momento, olvidó responder.

-Sí, gracias... -murmuró finalmente, notando el leve rubor en sus mejillas.

Catalina sonrió ligeramente antes de inclinar la cabeza y desaparecer entre la multitud.

Esa noche, Isabela no pudo evitar pensar en aquella desconocida. La calidez de su voz, la intensidad de su mirada... era algo que no había sentido nunca.

El comienzo de una conexión

Días después, Catalina volvió a cruzarse con Isabela, esta vez en los jardines de la casa de los Velasco, donde había sido enviada para entregar un encargo bordado. Mientras esperaba en la entrada, vio a Isabela pasear sola entre las flores. Tomando una decisión impulsiva, Catalina se acercó.

-Disculpe, señorita, ¿le gustan los lirios? -preguntó, señalando las flores que Isabela observaba.

Isabela se giró sorprendida.

-Son mis favoritas. Siempre he pensado que parecen pequeñas estrellas atrapadas en la tierra.

Catalina sonrió.

-Yo prefiero las amapolas. Tienen algo de rebeldía, creciendo donde menos se espera.

Isabela rió suavemente, sorprendida por la audacia de aquella joven.

-No es común encontrar a alguien que hable así de las flores. ¿Cómo te llamas?

-Catalina, hija de Teresa Morales, la costurera.

-Yo soy Isabela, aunque eso ya lo sabes.

Ese intercambio, aparentemente simple, marcó el inicio de una relación que creció con cada encuentro.

Noches bajo el olivo

Con el tiempo, Catalina e Isabela comenzaron a reunirse en el jardín, siempre bajo el mismo olivo. Era su refugio, un lugar donde podían hablar sin miedo.

-¿Nunca te has preguntado si hay algo más allá de todo esto? -preguntó Isabela una noche, mirando las estrellas.

-¿Más allá de Sevilla? -respondió Catalina, apoyando la espalda contra el tronco del árbol.

-Más allá de todo. Más allá de estas reglas, de este mundo que nos dice cómo debemos vivir y a quién debemos amar.

Catalina guardó silencio por un momento antes de responder.

-A veces pienso que nací en el lugar equivocado. Pero luego... te conocí a ti.

Isabela se giró hacia ella, sintiendo que el corazón se le aceleraba.

-¿Y qué significa eso?

Catalina sonrió, pero había una tristeza en sus ojos.

-Significa que, aunque el mundo sea cruel, hay momentos como este que hacen que valga la pena.

Isabela no respondió. En lugar de palabras, se inclinó lentamente hacia Catalina, rozando sus labios en un beso que las dejó sin aliento.

El miedo y la traición

Aquellos momentos de felicidad fueron interrumpidos abruptamente una tarde, cuando el ama de llaves, doña Prudencia, las descubrió en un abrazo.

-¡Dios mío, esto es un sacrilegio! -gritó, llevándose las manos al pecho.

-¡No entiendes nada! -exclamó Isabela, tratando de detenerla.

-Lo que entiendo es que esto es pecado. Don Francisco debe saberlo.

Pese a los ruegos de Isabela, doña Prudencia informó a su padre, quien no tardó en actuar. Catalina fue arrestada esa misma noche, acusada de brujería y sodomía.

Cuando los soldados se llevaron a Catalina, Isabela intentó detenerlos, pero fue contenida por su madre.

-¿Qué haces, Isabela? ¡Esto es para salvar tu alma!

-¡No necesito ser salvada! ¡La amo! -gritó Isabela, llorando desesperada.

El juicio de Catalina

En el tribunal, Catalina fue interrogada durante horas. Los inquisidores intentaron arrancarle una confesión, pero ella se mantuvo firme.

-¿Niega usted que sedujo a la señorita Isabela de Velasco? -preguntó uno de los jueces.

-No la seduje. Nos amamos. Eso no es pecado.

Los murmullos llenaron la sala. Uno de los jueces golpeó la mesa.

-¡Silencio! ¿No comprende que su amor es una abominación?

Catalina levantó la mirada, desafiante.

-El único pecado aquí es el odio con el que ustedes juzgan.

Aquella declaración selló su destino. Fue condenada a morir en la hoguera.

El último adiós

El día de la ejecución, la plaza estaba llena. Catalina fue llevada al centro, con las manos atadas y la cabeza en alto. Desde un balcón cercano, Isabela observaba con los ojos llenos de lágrimas.

-¡Te amo! -gritó Catalina, mirando directamente hacia ella.

Isabela apenas pudo contener un sollozo.

-¡Siempre te amaré! -respondió, antes de que las llamas consumieran a Catalina.

Un amor inmortal

Esa noche, Isabela desapareció. Algunos dicen que se quitó la vida; otros aseguran que huyó para evitar un destino similar. Lo único que quedó de ella fueron las cartas y poemas que escribió para Catalina, guardados en un cofre bajo el olivo.

Uno de los poemas decía:

"Catalina, luz de mi alma,
aunque el fuego nos haya separado,
prometo buscarte en la eternidad,
donde el amor sea libre y eterno."

Y así, la historia de Isabela y Catalina se convirtió en leyenda, un testimonio de un amor que desafió las llamas y perduró en los susurros de quienes aún se atrevían a soñar con un mundo diferente.

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Espero que les guste esta primera parte. Seguiré trabajando en las siguientes partes. No sé si me salte algunas épocas, pero es probable.

1937 palabras

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⏰ Última actualización: Nov 23 ⏰

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𐙚In another life? In none. ˚⊱🪷⊰˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora