En los recónditos sótanos de la Escuela Espiritista de Artes y Alquimia Potaxie, Jiafei y su grupo de sabios científicos, continuaban analizando en secreto los restos del corrupto Potaxio Mágico.
Día y noche se sumergían en el estudio de los escasos restos disponible de la manera más sigilosa para no alterar a la gente del reino. Era un secreto que Jiafei no quería divulgar.
Pero a pesar de las dificultades que se encontraban durante la investigación, Jiafei perseveraba, recordando que cada esfuerzo estaba destinado para proteger a su gente.
En un momento de desaliento, decidió tomar un breve respiro y salir a los pasillos.
Decidió visitar el despacho de La Cuerpa para conversar con su amiga y así desestresarse.
Pero recibió una desagradable noticia; un gran número de clientes de Jiafei's Products estaban reclamando a través de diversos medios, defectos en los productos adquiridos de la línea de la diosa, amenazando con denuncias millonarias por publicidad engañosa.
Jiafei se encontraba en una encrucijada, pues a pesar de haber logrado cierta estabilidad, tras los disturbios causados por Ternura68, el pasado, ahora enfrentaba un nuevo desafío.
Ante la situación, La Cuerpa le sugirió a Jiafei que se tomara un breve descanso, asegurándole que ella se encargaría de resolver el problema.
Agradecida, Jiafei invitó a La Cuerpa a acompañarla a la cafetería, en busca de unos reconfortantes churros.
Sin embargo, su camino se vio bloqueado.
—Deje el bullying.
—Pero que prosaica!— exclamó La Cuerpa, llevándose una mano al pecho. —¿Quién eres tú para expresarte así ante dos diosas?, especialmente a Jiafei.
—¡Deje el bullying!
—No seas estúpida e identifícate.
—Espera.— Jiafei la detuvo —Creo haber oído ese nombre antes. Deje el bullying, ¿qué es lo que deseas?
—Que dejes el bullying, el bullying no es bueno.
—Habla con claridad. La diosa Jiafei no tiene tiempo para tus enigmas.—le dijo La Cuerpa.
—Me dicen Deb, y vengo de una de las colonias del reino afectadas por La Batalla68, vengo porque has destruído a mi gente. Destruiste sus almas, sus cerebros. Lo hiciste con el maldito bullying. Vengo por justicia. Vengo por ti, Jiafei.
—Está loca...
—Espera. Ante todo, lamento lo que le pasó a tu pueblo, y de hecho me preocupa lo que me cuentas, y como diosa, buscaré la manera de ayudar. Pero créeme, he estado muy ocupada últimamente...
—¿Ocupada en qué? ¿Haciendo bullying a otras comunidades? Basta, Jiafei, ser una diosa poderosa no te da el derecho de atormentar a tu gente y vivir atemorizados por tu poder. Vivir con miedo, no es vivir. Dime, ¿qué clase de Dios necesita que su gente le tema?
Jiafei frunció el seño. —No, no digas eso. No tienes idea del sacrificio que he hecho por mi pueblo. No soy la persona que hablas.
—A otro lado con ese cuento!
—Okay,— La Cuerpa interrumpió— si tú no haces nada, yo lo haré. Es momento de demostrarle quien manda.
—¡Tú no te metas entre este asunto que es totalmente entre Jiafei y yo!— .Deb y La Cuerpa empezaron a hablar al mismo tiempo, discutiendo con voces alzadas.
—¡Basta!
Y fue así como gracias al grito ancestral de la diosa Jiafei, Deb notó algo que la hizo cambiar de parecer.
Continuará...