Las vacaciones se han acabado. Era hora de volver al instituto después de 2 meses de descanso. Bueno... solo un poco. Veiz había estado asistiendo a un club de baile durante el verano 3 veces a la semana, por lo que su descanso fue excaso.
Al llegar al instituto inició la jornada anual de inicio de clases donde, como siempre, anunciaban los nuevos proyectos, profesores, y cada clase en donde pertenecen los alumnos. Nuestro protagonista había quedado en la clase B, igual que todos los años. Otro nuevo nivel igual de aburrido que el anterior, y así sucesivamente.
_. Oye -una chica de melena larga y oscura se acercó al chico, el cual se volteó a mirarla-
_. Anda, ¡hola! -exclamó el chico de ojos color avellana-
_. ¿En que clase quedaste? -preguntó-
_. En la B, ¿y tú?
_. ... -la chica se quedó callada, lo cual hizo que su compañero soltara una leve risa-
_. Así que... ¿ahora tendrás que soportarme más tiempo que antes? -continuó riendo en voz baja-
_. O haces silencio o no podrás tener hijos -respondió entre dientes, algo ruda, aunque tal acto no ocasionó que el contrario dejara de reir-.
El nombre de aquella chica tan seria era Savannah, compañera de Veiz desde 4to grado. A pesar de su aura seria y actitud tan cortante, todo era en forma de burla a sus adversarios. Entre más cortante es, más es su aprecio hacia la persona contraria.
La mañana pasó y Veiz volvió a su casa. Saludó a sus padres y se fue a su habitación.
_. Hm... -suspiró- tengo muchas cosas que hacer mañana... -sus pensamientos fueron detenidos por el sonido de la puerta, al cual él respondió-
_. ¿Puedo pasar? -le dijo una chica de ojos color gris, con cabellera corta y castaña, y con californianas azul fantasía-
_. Adelante.
Los familiares se sentaron. El chico en una silla, y la menor en la cama.
_. ¿Ya tienes pensado lo que harás?
_. Voy a ir mañana a las afueras de la ciudad a ver algunas cosas.
_. ¿Pero comprarás algo?
_. No... -dijo suspirando-
Veiz se iba a mudar a su propia casa en unos meses, en un intento de encontrar al amor de su vida o por lo menos tener un poco de tranquilidad para su futuro trabajo.
Al día siguiente, Veiz hizo sus actividades escolares como de costumbre. Les habían comentado que ingresarían nuevos estudiantes, razón por la cual varios asientos estaban vacíos.
Luego de las clases llegó a su casa, se duchó, y se preparó para coger el metro subterráneo. Veiz estaba listo para salir de su casa, hasta que una voz a lo lejos lo detuvo.
_. Hey -una voz femenina lo detuvo desde lejos-
Veiz se volteó.
_. Ah... ¿que pasá, mamá?
_. ¿Vas a estar bien? no sueles salir mucho de la ciudad, ni mucho menos solo. -preguntó preocupada-
_. Estaré bien, no te preocupes. Adiós. -el chico se despidió y siguió su camino hasta el metro-.
Al esperar su parada, Veiz logró visualizar a un chico desde el lado contrario del sitio de la parada donde estaba. Era un chico alto, con ojos de un tono oliva muy ligero, y cabello color avellana. Vestía unas prendas especiales, una sudadera negra y jeans ajustados de un celeste bastante claro.
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