Fabían suspiró cansado una vez más, sacó su celular de su bolsillo derecho y chequeó la hora.– Mierda, me falta una hora para salir –, murmuró para sí mismo.
Miró a su alrededor para verificar que no hubiera nadie cerca y sacó una cajetilla de cigarrillos junto con un encendedor que apenas funcionaba. Rápidamente lo prendió y dio una calada, apoyándose en la fría pared. Pero su momento de tranquilidad se vio interrumpido por un ruido cerca de él. Volteó y vio a un chico que nunca antes había visto.
El chico parecía estar un poco desorientado, por lo que Fabián se acercó a ayudarlo a levantarse.
– Ey, ¿Estás bien? – le preguntó, extendiéndole una mano para ayudarlo.
El chico no respondió, simplemente lo miró fijamente. Fabián se rió burlón.
– ¿Quieres una foto? O ¿Por qué me miras tanto? Vamos, arriba –, dijo, agarrando firmemente el antebrazo del chico para ayudarlo a levantarse.
Una vez que estuvo de pie, Fabián se separó de él y volvió a lo que estaba haciendo.
– ¿Eres nuevo? – le preguntó, sin mucha esperanza de obtener una respuesta.
Pero, para su sorpresa, el chico habló.
– S-soy nuevo... mi nombre es Sebastián... un gusto en conocerlo... y muchas gracias por la ayuda –, dijo, con una voz suave y un poco temblorosa.
Fabían retuvo la respiración en el momento que Sebastián habló. Su corazón comenzó a acelerarse de manera anormal. Carraspeó la garganta y lo miró de reojo.
– Bienvenido seas Sebastián... soy Fabián... me da gusto conocerte... me voy –, dijo, tratando de sonar casual.
Se dio la media vuelta y se alejó, dejando a Sebastián solo en el pasillo. Pero no pudo evitar sentir que algo había cambiado en ese momento. Algo que no podía explicar.
© Tyler.

ESTÁS LEYENDO
El Precio Del Deseo
RomanceEl precio del deseo. ➱ La vida de Fabián había sido siempre predecible. Se levantaba temprano, llevaba a sus hijos al colegio, y luego se dirigía a su trabajo como chófer en una empresa de transporte. Su esposa, Sara, era una excelente ama de casa...