El salvador de Marceline

Capítulo 7: Un regalo de Navidad adelantado para Finn (+18)

Marceline abrió el papel y leyó las palabras que había dentro.

Acuerdo entre Finn el humano y la princesa B. Bubblegum

Yo, la Princesa B. Bubblegum, juro solemnemente que si recibo al hijo de Finn el Humano, le brindaré el mejor cuidado, educación y protección que este Reino tenga para ofrecer.

El niño estará para siempre bajo la protección de este Reino.

El niño siempre deberá estar bajo cuidado seguro.

Será vigilado por sirvientes y criadas para satisfacer todos sus caprichos.

La lista continuaba por muchas páginas sobre cómo se cuidaría al niño, Marceline no vio nada malo hasta que llegó a la última página 28.

Y finalmente el niño nunca conocerá a su padre. La identidad de Finn permanecerá en secreto mientras ambos vivan.

Finn el Humano puede ver al niño, pero no puede interactuar ni decirle que él es el padre.

El niño deberá permanecer siempre dentro de los muros del Reino de Dulces y nunca salir al exterior.

El niño será criado para ser el próximo gobernante del Reino de los Dulces, no un aventurero/aventureras.

Marceline siguió leyendo las exigencias que Bubblegum estaba planteando. No podía creer las atrocidades que le estaba exigiendo a Finn. No directamente, sino indirectamente, literalmente no le estaba dando a Finn la oportunidad de ver a su futuro hijo. Además de controlar al niño a su antojo, hasta el punto de que el niño ni siquiera tendría libre albedrío. 

Todo se le haría por él, y podría convertirse en un mocoso arrogante que piensa que todo se le entregará en bandeja de oro. Pero lo peor fue que finalmente entendió por qué Finn regresó triste y deprimido. Estaba preocupado por lo que su hijo estaría pasando sin él a su lado.

 Aunque Finn puede no ser un padre, lo peor que se le podía pedir era que fingiera que su propio hijo era solo un extraño al azar. Marceline cerró el "acuerdo" y lo arrojó al basurero donde pertenecía, Marceline salió flotando del callejón en el que había estado y flotó hacia la casa de Finn.

Ella vio a Finn en el sofá donde probablemente estaba pensando en la oferta que Bubblegum seguía estallando en su cara. Jake había regresado colocando adornos por todas partes, oropel, luces intermitentes de color rojo y verde en cada esquina de cada habitación, había un árbol de Navidad completamente decorado con cintas rojas que rodeaban el árbol, un hombre de jengibre colgado a lo largo del árbol y una gran estrella colocada en la parte superior del árbol.

 Finn ignoró por completo todo lo que quedó pegado al sofá. Jake continuó estirando sus brazos por todas partes colocando adornos por todas partes. Sus brazos luego se extendieron hacia Finn donde lo recogió y Jake le colocó un suéter navideño, Finn no se opuso, luego lo colocó nuevamente en el sofá. Marceline permaneció en silencio permaneciendo invisible, flotando a través de la ventana abierta y justo encima de Finn. 

Quería decirle a Finn que entendía cómo se sentía, que no tenía que preocuparse, que no necesitaba hacerlo. Pero permaneció en silencio observándolo, mientras Jake continuaba cocinando para la fiesta de mañana.

Pasó el tiempo y eran las 11 en punto cuando todo terminó, las mesas estaban llenas de comida elegante y deliciosa, pavo, jamón, salchichas ahumadas, pasteles, muffins, gelatina con forma de Papá Noel, el Reino de pan de jengibre con múltiples casas de jengibre y personas y mucho más.