One.

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La oscuridad.
Todo estaba en silencio.
Todo era silencio.

En realidad, no tenía ningún recuerdo que le dijera que ahí alguna vez estuvo lleno de ruido o, al menos, algo de música. Incluso se conformaba con ruido de la ciudad.
Pero, incluso sus sueños eran completamente silenciosos.

No recordaba como era el mundo, tampoco recordaba que se sentía sentir su piel arder por los ratos del sol del medio día, cuando aquel astro se encontraba en su mayor punto y, por ello, su madre hacía que casi se bañara en bloqueador solar para salir al pequeño patio trasero de su casa.
Su madre.

Extrañaba a su madre pero, en la oscuridad, olvidó como se veía, olvidó lo suave de sus manos cuando le acariciaba el rostro para vonsolarlo. Había olvidado la dulce voz de su madre cuando lo despertaba temprano para asistir al colegio.

El silencio había consumido todo sonido qué alguna vez había escuchado.
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Aquella mañana se despertó porque sus ojos comenzaron a sentirse incómodos al sentir una luz sobre ellos y, aunque sus ojos estuvieran completamente cerrados, aún podía distinguir la calidez que lo golpeaba.

Abrio sus ojos de golpe encontrándose con aquella ventana, mientras dormía alguien había quitado las tablas mal puestas qué cubrían aque cuadro desgastado que, al final, era la única ventana de su habitación.

Con temor y cautela de levantó de donde dormía, sus pies descalzos se tensaron con lo frío del piso pero con cada paso se fueron acostumbrando — como cada día. —; tomó aire inflando su pecho y se acercó.
Su piel de erizó al sentir el sol de golpe, ¿hace cuánto tiempo no sentía los cálidos rayos golpear su cuerpo de esa manera?, peor aún, ni siquiera recuerda cuando fue la última vez que se había divertido bajo los mismos, aún si después era reprendido por su madre al haber ignorado su advertencia de colocarse bloqueador.

Recargó sus brazos sobre la base de aquel cuatro desgastado, delineó el marco con su dedo, podía verse lo frágil que estaba, si era lanzado ahí seguramente se quebraría y caería hasta aquel jardín. El vidrio parecía grueso pero, mirando a detalle, se notaban líneas finas atravesando desde las puntas hasta el centro.
Una de sus manos intentó abrirla pues justo en medio tenía una manecilla para hacerlo pero estaba claro que fue sellada para que no se volviera a abrir. Aquel intento hizo que notara lo desgastada que estaba la madera, si no hubiera estado en aquel campamento escolar donde les dieron algunas clases de carpintería, jamás se hubiera dado cuenta que la madera estaba casi podrida por la humedad de la habitación y la casa en si misma, por lo que ya comenzaba a dejar caer pequeñas estillas ligeramente afiliadas por lo fino que eran.

Hubiera continuado con su explotación pero el sonido de la puerta abriendose de golpe hizo que se paralizara completamente en su lugar.

— Ah, Yoongi, querido Yoongi. ¿Te ha gustado mi regalo?, he intentado que se vea bien pero, tsk, es difícil. — Aquel hombre alto de acercó al mencionado, acarició su mejilla con dos de sus dedos antes de levantar su mentón.

Yoongi no dijo nada, no podía.

— En un rato más te traerán el desayuno. Intenta comerlo, cariño. — Se inclinó lo suficiente para dejar un beso en la comisura de sus labios. Le dedicó una sonrisa y se dió la vuelta cerrando la puerta tras de él.

Volvió a centrar su atención en la ventana, adoraba ver hacia fuera porque todo era bello a sus ojos, además, estaban en una zona rodeada de un ambiente natural: árboles grandes y llenos de hojas verdes, arbustos frutales y florales, hectáreas de pasto suave.
Era algo que disfrutó y se notó durante el resto del día pues, aún si lo llamaban, no hacía caso ni se separaba de su ventana.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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    Detrás de mi ventana.  (one short)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora