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Enzo Moretti no era un hombre que dejara nada al azar

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Enzo Moretti no era un hombre que dejara nada al azar. Su vida, tanto dentro como fuera de la mafia, se manejaba con precisión quirúrgica. Había planeado guerras, cerró tratos ilegales y mantenía el control absoluto sobre sus territorios. Pero encontrar a la mujer perfecta... eso, admitía en silencio, era un caos que lo desafiaba.

De pie en el centro de una librería elegante del centro de la ciudad, Enzo observaba cómo la gente iba y venía. A través de un sistema discreto, sabía exactamente quién compraba libros de romance mafioso en cada librería de la ciudad. Había descartado a muchas: lectoras ocasionales, parejas buscando algo "picante," incluso adolescentes que apenas entendían las tramas. Pero hoy, una alerta inusual captó su atención.

“Señor Moretti, hay una clienta regular aquí,” le informó uno de sus hombres con voz baja. “Siempre se lleva varios libros del género. Pero... es un poco peculiar.”

Enzo arqueó una ceja, curioso. Peculiar podía ser bueno.

Madeleine estaba en su elemento. Sus manos recorrían las portadas de la sección de romance como si buscara el tesoro perdido. Aunque sus ojos no se detenían mucho en las sinopsis, ya sabía lo que buscaba: mafiosos oscuros, romances retorcidos y finales felices convenientemente dramáticos.

—¿Qué tal este? —preguntó una de sus amigas, que hojeaba un libro cercano.

—Nah, demasiado blandito. Yo quiero acción, sangre, y un mafioso que te haga querer golpearlo y luego besarle.

Con una carcajada, Madeleine tomó otro libro. Mientras leía la contraportada, un hombre alto y elegante pasó detrás de ella, y no pudo evitar mirar.

—¡Oh, dios mio! —exclamó en voz baja mientras lo seguía con la mirada. Rápidamente se giró hacia su amiga—. Amiga, necesito que me confirmes si estoy viendo bien. ¿Ese hombre parece modelo o es mi imaginación?

Sin saber que estaba bajo la atenta mirada de Enzo, Madeleine siguió con su juego habitual. Cuando volvió a concentrarse en los libros, eligió varios y caminó hacia la caja, completamente ajena al hecho de que Enzo la seguía con disimulo.

 Cuando volvió a concentrarse en los libros, eligió varios y caminó hacia la caja, completamente ajena al hecho de que Enzo la seguía con disimulo

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⏰ Última actualización: 7 hours ago ⏰

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