Capítulo 37

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— Tenemos que irnos de aquí para poder llamar a la policía.

— ¡No!, nadie más que tú y yo estaremos enteradas de esto, — Se pone de pie firme.

— ¿De que hablas? ¿Acaso no quieres que..?

— Quiero hacer justicia por mis propias manos, me quiero encargar personalmente que él responsable de mi dolor pague — Intenta no llorar, pero aún así no puede evitar derramar algunas lágrimas.

— Aún así yo pienso que la policía debería investigar.

— No te pido que te involucres, solo no digas nada sobre esto, ¿está bien?

— De acuerdo, pero sabes que lo hago porque te quiero, y yo haría lo mismo en tú lugar.

Victoria asiente y se dirigen nuevamente al auto — tenemos que cambiarnos de inmediato, y quemar esta ropa.

— Pero no podemos ir a mí casa así, en la garita de seguridad del condominio nos van a ver.

— Pero en mi condominio no, ya conocen el auto, ni siquiera me van a frenar.

— Me prestas algo de tu ropa y luego pasamos a quemar está.

Luego de ponerse de acuerdo, Ivána toma el volante del coche, puesto que victoria a pesar de verse bien, no lo estaba, y a pesar de lo que habían presenciado, le confortaba saber que tiene alguien de confianza que la apoye.

Llegan a la casa y entran lo más rápido que pueden para que no las vean, la casa está sola, lo único que se puede apreciar son quejidos, pero victoria sabe muy bien de quién provienen.

— ¿Acaso no escuchas? ¿quien se queja? — pregunta Ivána al ver la serenidad de victoria.

— Es Esteban, por cierto después que nos cambiemos lo sueltas tú, no me siento de ánimos para sus reclamos.

— ¿Por qué lo ataste? o ¿para qué?

— Por calenturiento, y ya olvida eso, vamos a bañarnos y a vestirnos.

Ya listas victoria guarda la ropa en una bolsa plástica y la esconde debajo de la cama para quemarla en la noche.

— Ahora sí, ve a liberar a Esteban, aquí está la llave — Le entrega la llavecita de las esposas.

— ¿Por qué tengo un mal presentimiento?

— No lo sé, has de ser vidente — Ríe un poco inevitablemente.

Ivána se dirige a la habitación de Esteban y entra, se tapa los ojos por reflejo al verlo desnudo.

— ¿Qué haces desnudo?

— ¿Que haces aquí?

— Victoria me mandó a soltarte.

— Pues que venga ella.

— Bien.

Sale enojada directamente hacia victoria, — Toma, quiere que lo sueltes tú.

— Ash — Rueda los ojos — Está bien, si tienes algo que hacer puedes irte, estaré bien, cualquier cosa te llamo o te escribo.

— Está bien, de todos modos voy a estar pendiente, y, — Hace una pausa — Le voy a decir a alguien que te visite, te extrañan mucho.

— ¿Quién? — Frunce el ceño mientras Ivana, termina de bajar las escaleras.

— Ya vas a ver.

Ivána se va y victoria va a soltar a Esteban.

— A ti te quería ver maldita, ¿como te vas y me dejas atado?

— No creo que necesites que te lo explique — Dice sería.

— Pues si, quiero una explicación — En lo que está libre por completo toma a victoria con fuerza del cabello.

— Ahora ya no eres tan fuerte, me vas a pagar tu osadía, — La azota contra la cama.

Inevitablemente suelta algunas lágrimas.

— ¿Qué? ¿ahora vas a llorar? deja de ser tan imbécil, no eres más que un ser inservible,  mereces todo lo malo que te pasa.

Cada palabra fueron como puñaladas consecutivas directo a su corazón.

¿Entonces merezco esto? ¿merezco que mi hijo esté muerto? ¿merezco ser infeliz? ¿merezco el desprecio de todos? ¿o acaso lo que no merezco es vivir?

Victoria rompe en un llanto inconsolable, Esteban se desconcierta y hace que se siente a una orilla de la cama.

— ¿Por qué lloras?

— Porque tienes razón — Seca sus lágrimas — Merezco todo lo que me está pasando.

— Pero no entiendo de que hablas.

Victoria lo piensa pero se siente muy mal como para cumplir el trato, de no decirle a nadie.

— Alex — Pronuncia cabizbaja con voz quebrada.

— ¿Apareció? ¿te rechazo?

— Sí, lo encontré — Sus labios temblorosos combinan con su estado.

— ¿Y dónde está? ¿discutieron?

— No, nada de eso, está en el sitio donde me sito.

— Victoria no estoy entendiendo, se más clara.

— Está muerto — Continúan saliendo torrentes de sus ojos.

Esteban se pone una bata de baño un poco en shock, totalmente apenado y arrepentido de sus recientes palabras de odio.

— Ehh, victoria yo lamento mucho lo que...

— Tranquilo, no tienes que lamentar nada, se que sientes lo que dijiste, no te tienes que retractar por mi circunstancia.

— ¿Pero como fué? le vas decir a Alicia ¿verdad?

— No, lo quiero mantener en secreto, así que te pido por favor no le digas nada, por una vez en tu vida ayúdame.

— De acuerdo, no voy a decir nada, pero, ¿qué vas a hacer?

— Eso sí no te lo voy a decir, en parte porque ni yo misma lo sé.

— Está bien, de todas formas cuentas conmigo, para lo que sea, recuerda que tengo muchos contactos.

— Agradezco tu disposición, pero espero no necesitarte, no quiero deberte nada.

— ¿Como no? si el pago es lo mejor — Ríe levemente

— Baboso — Se queja saliendo de la habitación.

Nueva casa de Camila

Suspira — Ay, que tranquilidad, que paz, que silencio — Rie picara, mordiendo levemente su dedo índice — Tan desértico que nadie te escucharía gritar — Continua riendo por lo bajo, apresiando la espectacular vista que ofrecen las montañas, infinitas tonalidades de colores invaden tus ojos al mirarlas.

— Amor, el chocolate caliente ya esta listo, ya sabes cómo es el clima aquí y no querras tomarlo frio.

— Voy por él — Rie un poco entrando y cerrando la puerta corrediza.

Alicia, Amor Y Obsesión ★las Cosas No Siempre Son Lo Que Parecen★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora