capítulo 9

7 1 8
                                    

La puerta de la casa de la madre de Dylan sonó.
—Hola, Cora, pasa.

—Buenas tardes, señora Cris.

—Hola, tú debes ser Cora. Yo soy Sandy.

—Encantada, Sandy.

—Ven, siéntate.

—Prefiero estar de pie, si no te importa.

—Como quieras. ¿Por dónde empezamos?

—Pues por el principio. Necesito saber: ¿cuándo es el evento y la hora? ¿Quieres una muestra antes de ese día? Me imagino que sí. ¿Y cuántos invitados habrá? Ah, aquí tienes los bocetos.

Cora habló con una soltura que captó la atención de todos. Los presentes no podían ocultar su asombro al ver los bocetos tan detallados y bien hechos.

—Si las tartas son tan bonitas como en estos dibujos, sin duda eres increíble —dijo Sandy, maravillada.

—Bueno, intento que sean lo más parecidas posible. Aquí tengo mi cuaderno con fotos de tartas reales que he hecho. Siempre me gusta mostrarlo para que las novias vean cómo es mi acabado final.

Sandy revisó el cuaderno con admiración.

—Sin palabras. Desde luego, quiero que seas tú quien haga mi tarta. No acepto un "no" por respuesta. Si hace falta, pagaré el doble de lo que pidas.

—¿Cuándo es el evento?

—Dentro de dos sábados. ¿Por qué esa cara? ¿Es que ya tienes el día ocupado? Por favor, dime que no.

—No es eso. Es que esos días estoy fuera, de viaje.

—¡No puede ser! Si es necesario, me pongo de rodillas para pedirte que te quedes.

Cris intervino divertida.
—En serio, Sandy, ya encontrarás a alguien. No seas tan insistente.

—René, no lo entiendes. Ella es perfecta. Captó mi idea al instante. Necesito que sea ella.

Sandy miró a Cora con ojos suplicantes.
—No hay nada que pueda hacer para convencerte de que te quedes aquí y luego, por supuesto, vengas a la boda.

Cora suspiró.
—Está bien. Cancelaré el viaje. Haré tu tarta y todo lo que necesites.

—¿¡En serio!?

—Sí, Sandy. Cuando doy mi palabra, la cumplo.

Sandy abrazó a Cora con entusiasmo.
—No te molesto más. Me voy. Cuando digas, nos ponemos manos a la obra. Aquí tienes mi número. Dame el tuyo también.

Sandy salió emocionada, acompañada por René, mientras Cris se fue a hacer unos recados. En la casa quedaron solos Dylan y Cora.

—No esperaba encontrarte aquí —dijo Dylan, rompiendo el silencio.

—No quise irme sin pedirte disculpas por haber fotografiado tus bocetos.

—Bueno, al principio me molestó, pero después lo entendí. Es trabajo al fin y al cabo, y creo que me vendrá bien. Aunque ahora tendré que posponer mi viaje.

Dylan miró a Cora, intrigado.
—No te vayas.

—¿Perdón?

—Quiero decir… si te apetece, quédate a tomar algo fresquito. Ven, pasa conmigo a la cocina.

—Bueno —respondió, algo desconcertada.

En la cocina, Dylan volvió a admirar los bocetos de Cora.
—De verdad, cada vez que miro tus dibujos me impresiona tu capacidad para captar cada detalle.

esencia de floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora