Draco era un solista del rock, comúnmente se lo llamaba "Guerrero del Dragón" por su apariencia medieval. Su melena tan sedosa y larga como la de un león junto a sus colmillos afilados.
Cuyo ser que nadie se imaginaria que fue flechado por la jefa d...
El sonido del teclado resonaba en la pequeña habitación de Fang, acompañando la tenue luz azulada que iluminaba su rostro. Frente a él, varias pantallas mostraban un mosaico de imágenes, mensajes y gráficos: los movimientos recientes de Draco. Había recopilado todo meticulosamente, como piezas de un rompecabezas que ahora estaba listo para desarmar.
Fang sonrió mientras revisaba un correo filtrado. Era una conversación entre Draco y un promotor, donde discutían un contrato para una gira internacional. No era nada ilegal, pero la manera en que estaba redactado sugería una supuesta falta de interés por los fans locales. Fang sabía exactamente cómo usarlo.
—Siempre es la misma estrategia —murmuró para sí mismo, ajustando su gorra hacia atrás—. Tomar algo simple, amplificarlo y dejar que las masas hagan el resto.
Con un par de clics, editó el mensaje, añadiendo palabras que Draco nunca había escrito. Ahora parecía que menospreciaba a sus seguidores, calificándolos de "superficiales" y "fáciles de impresionar". Fang guardó la versión manipulada y la subió a un perfil falso que había creado semanas atrás.
A continuación, eligió un grupo específico de fanáticos en Twitter, aquellos más propensos a reaccionar emocionalmente. Fang conocía sus nombres, sus comentarios anteriores, sus inseguridades. Con precisión quirúrgica, envió el mensaje modificado acompañado de un simple texto: "Así es como Draco ve a sus fans. ¿De verdad vas a seguir apoyándolo?"
En cuestión de minutos, las notificaciones comenzaron a llegar. Algunos respondían incrédulos, pidiendo pruebas; otros, indignados, ya compartían el mensaje con hashtags como #DracoCancelado y #FalsaEstrella. Y no faltaba el grupo de memes burlándose de la reciente situación.
Fang observaba el caos germinando, su sonrisa ensanchándose con cada nueva interacción.
— Eres demasiado perfecto, Draco. Es hora de que alguien te baje del pedestal.—
De repente, un mensaje en su teléfono llamó su atención. Era de Chester.
Ches (1) *** ***
¿Tú estás detrás de lo que está pasando con Draco? Esto tiene tu firma.
Fang bufó y dejó el móvil a un lado sin contestar. Chester era listo, pero también demasiado moralista. No entendería que esto no era personal; era estratégico. Mientras Draco estuviera ocupado limpiando su reputación, Mandy tendría más tiempo para reconsiderar.
— Todo es un juego, Chester,— murmuró para sí.— Y yo sé exactamente cómo jugarlo.—
Mientras las pantallas seguían llenándose de respuestas y réplicas, Fang apagó las luces, dejándose envolver por la tenue luminosidad de su obra maestra digital.
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Draco estaba sentado en su estudio cuando Edgar irrumpió, teléfono en mano, su rostro grave.
—¿Has visto esto? —dijo, arrojándole el dispositivo.
