Draco era un solista del rock, comúnmente se lo llamaba "Guerrero del Dragón" por su apariencia medieval. Su melena tan sedosa y larga como la de un león junto a sus colmillos afilados.
Cuyo ser que nadie se imaginaria que fue flechado por la jefa d...
Fang salió del camerino con paso firme, pero sus pensamientos iban a toda velocidad. ¿Qué estaba haciendo Draco en su evento? ¿Había venido solo a observar o planeaba algo más? Fingiendo normalidad, recorrió el club, deteniéndose de vez en cuando para saludar a algunos fans y calmar la tensión que todavía sentía desde el escenario.
Mientras caminaba hacia la barra, notó un vaso vacío en la esquina, con una servilleta debajo. Al principio, no le prestó atención, pero algo en la servilleta llamó su atención: un dibujo rápido de un dragón alado con la palabra "Pronto" escrita debajo.
Fang arrugó la servilleta en su mano, sus ojos escaneando la sala. No había señales de Draco, pero el mensaje era claro: estaba allí, acechando.
Decidido a no mostrar debilidad, Fang regresó al camerino. Sin embargo, cuando abrió la puerta, encontró algo que no estaba allí antes: una guitarra rota en el suelo, con una cuerda arrancada. Sobre ella, había una pequeña nota:
"El ruido no siempre es música."
El corazón de Fang latió con fuerza. Draco no solo estaba allí, sino que se estaba metiendo en su territorio, desafiándolo de forma indirecta.
Fang agarró la guitarra y la arrojó contra la pared, haciendo que su equipo diera un salto del susto.
— ¡¿Quién dejó esto aquí?! —gritó, su voz llena de frustración.
Nadie respondió. Sus asistentes se miraron entre ellos, tan confundidos como él.
— ¿Fang? —Una voz suave pero firme lo interrumpió. Era uno de los técnicos. — El DJ dice que encontró algo raro en su mesa.
Fang lo siguió de inmediato hasta la cabina del DJ, donde este sostenía un disco de vinilo.
— Esto no estaba aquí antes —explicó el DJ, entregándoselo a Fang.
Fang observó el vinilo, que tenía escrita a mano la frase:
"El silencio es más fuerte que tus gritos."
Fang cerró los ojos, tratando de controlar la ira que hervía en su interior. Draco no estaba jugando, estaba desafiándolo directamente.
— ¿Lo viste? —preguntó Fang al DJ.
— No. Solo apareció en la mesa cuando me distraje por un momento.
Fang apretó los dientes, su mente trabajando a toda velocidad. Draco estaba jugando con él, y lo estaba haciendo bien.
Ya cerca del final del evento, Fang intentó mantener la compostura mientras despedía a los fans que se acercaban al camerino por fotos y autógrafos. Pero cuando un fan le entregó un póster para firmar, algo llamó su atención.
En la esquina del póster había una pequeña nota escrita con marcador:
"Nos veremos pronto. Espero que estés listo."
Fang firmó el póster rápidamente y lo devolvió al fan, forzando una sonrisa mientras su mente se llenaba de preguntas.
¿Dónde estaba Draco? ¿Qué planeaba? ¿Y por qué ahora?
Cuando finalmente salió del club esa noche, Fang miró alrededor de la calle, esperando encontrar a Draco entre las sombras. Pero no había rastro de él.
Sin embargo, cuando llegó a su auto, encontró una última "pista": una vieja púa de guitarra con las iniciales D.S. grabadas en ella, apoyada en el parabrisas.
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El evento era una gala exclusiva, una de esas noches de lujo donde los VIPs y las celebridades se mezclaban entre cócteles y charlas superficiales. Las luces tenues del salón de eventos reflejaban un aire de sofisticación que parecía casi irreal. El brillo de los cristales, el elegante traje negro de Draco y la música suave en el fondo creaban una atmósfera perfecta para el tipo de personas que asistían: poderosos, famosos, y todos con secretos bien guardados.
Fang estaba allí, a regañadientes, porque su manager insistió en que su presencia sería un buen movimiento para su carrera. No le gustaba la idea, pero entendió que debía poner una cara amable ante los asistentes importantes de la industria. Sin embargo, algo en el ambiente le producía incomodidad. Un leve sentimiento de ser observado, como si alguien lo estuviera acechando desde las sombras.
Draco entró al salón sin hacer ruido, su presencia imponente llenando el espacio, aunque no era el centro de atención. No necesitaba serlo; su influencia era la que hablaba por él. Llevaba un elegante esmoquin, perfectamente cortado, y su rostro estaba impasible junto a su típico casco que siempre llevaba, pero sus ojos, siempre afilados, observaban todo. Estaba allí para hacer negocios, pero también sabía que ese era el momento perfecto para lanzar un golpe más directo a Fang, sin que éste lo viera venir.
Fang, rodeado de gente importante, intentaba mantener su postura mientras respondía preguntas sobre su música, pero sentía el ambiente extraño. Miró al frente y, al instante, sus ojos se encontraron con los de Draco. La mirada fue fugaz, pero suficiente para que Fang sintiera un escalofrío recorriéndole la espalda. No podía dejar de pensar en los recientes incidentes, las notas, las pistas... y ahora, Draco estaba ahí, en su territorio.
Draco se acercó lentamente, moviéndose con la calma de alguien que no teme nada. Cuando llegó cerca de Fang, no le dirigió una palabra directa, pero su presencia era una amenaza palpable.
— ¿Todo bien, Fang? —su voz era suave, pero cargada de una tensión contenida.
Fang frunció el ceño, reconociendo el tono desafiante.
— ¿Qué quieres, Draco? —dijo con un esfuerzo por mantener la calma, sin querer dar a entender que el simple hecho de verlo lo alteraba.
Draco sonrió de forma casi imperceptible.
— Solo vine a saludar. Y a asegurarme de que las cosas sigan... en su curso. —Su mirada se desvió hacia los demás invitados, quienes seguían charlando entre ellos, ajenos a lo que sucedía entre ambos. La multitud era el escenario perfecto para que Draco jugara sus cartas.
De repente, una de las organizadoras del evento se acercó a Draco, sonriendo.
— Draco, ¡qué bueno verte! Todos están esperando tu discurso. —Su tono era dulcemente entusiasta, aunque la verdad es que el momento ya estaba planeado. Todos sabían que la gala había sido diseñada para darle a Draco una mayor visibilidad.
Mientras Draco intercambiaba algunas palabras con la organizadora, Fang comenzó a sentir que la incomodidad en su pecho aumentaba. Algo no estaba bien. De repente, observó con más atención: entre la multitud, vio a una figura que no había anticipado: Mandy.
Ella estaba al fondo, no tan visible entre los demás invitados, pero la había reconocido al instante. Mandy estaba allí, con su elegante vestido de noche, mirando a Draco desde lejos, su rostro tranquilo pero con una leve tensión en sus ojos, como si supiera que ese era un juego que no podía perderse.
El simple hecho de verla allí lo hizo sentir que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Mandy... ¿Por qué estaba allí? ¿Qué significaba esto? Fang observó de nuevo a Draco, quien seguía conversando con la organizadora, pero sabía que el evento estaba marcado por algo más que el brillo de la gala.
Draco, como si sintiera la mirada de Fang, levantó la vista y le dedicó una sonrisa enigmática. No dijo una sola palabra, pero su mensaje era claro: el juego acaba de comenzar.
Fang respiró profundamente, sintiendo que su control sobre la situación se deslizaba entre sus dedos. Sabía que Draco no había venido solo a causar una distracción; había venido a darle el golpe final, algo que dejaría huella, pero sin ensuciarse las manos. Era un maestro en el arte de jugar con la mente de los demás, y Mandy era la clave de todo eso.
La noche se desarrolló lentamente, como si el tiempo se alargara a medida que Draco se deslizaba por la sala, dejándole a Fang la sensación de que el verdadero espectáculo no había hecho más que comenzar.