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⠀❝ en donde suhyeok se mete en una pelea para defender a hana. ❞
Hace diez meses
Hana se encontraba en su habitación, rodeada de un desorden controlado: vestidos extendidos sobre la cama, zapatos apilados cuidadosamente junto a la cómoda y una colección de cosméticos esparcida sobre el tocador. Frente al espejo, ajustaba su collar mientras estudiaba su reflejo con detenimiento. Su mente repasaba cada detalle; quería que todo estuviera perfecto. Aunque intentaba disimularlo, el nerviosismo se reflejaba en la forma en que tamborileaba los dedos contra el tocador.
De repente, la puerta se abrió de golpe, sin previo aviso. Choi entró con una sonrisa burlona y las manos en los bolsillos.
—¿Y tú? ¿Por qué tanto arreglo? —preguntó, inclinándose contra el marco de la puerta.
Hana soltó un suspiro exagerado y rodó los ojos.
—¿Te enseñaron a tocar la puerta alguna vez? —bromeó, fingiendo estar enfadada. Estaba más que claro que en realidad no estaba molesta.
Choi dejó salir una carcajada y se adentró en la habitación, observando con diversión el caos que la rodeaba.
—En serio, ¿vas a salir con Suheyok o qué? No te había visto tan preocupada por tu apariencia desde... Bueno, nunca.
Hana se giró, cruzándose de brazos. Había un ligero rubor en sus mejillas, pero intentó mantener la compostura.
—No, no voy a salir con Suheyok. Voy a salir con Jay, ¿contento? —dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.
Al escuchar aquel nombre, Choi frunció el ceño de inmediato, su sonrisa desapareciendo en un instante.
—¿Jay? —repitió lentamente con una mueca de desagrado. No podía evitar recordar todo lo que había oído sobre él: las historias de chicas decepcionadas, los rumores que circulaban en los pasillos de la escuela.
Por un momento, Choi pensó en advertirle a su hermana. Pero sabía que Hana no era ingenua, y confiaba en su juicio, por lo que decidió guardar sus preocupaciones para sí mismo.
—Vaya, eso sí que es inesperado. No sabía que ustedes dos hablaban —murmuró, intentando sonar neutral, aunque la tensión en su voz era evidente.
—¿Por qué la sorpresa? ¿Es tan raro que me invite a salir? —Hana preguntó, aunque internamente se sentía un poco vulnerable bajo la mirada escrutadora de su hermano.
—No es eso. Sólo... Asegúrate de que sea digno de tu tiempo, ¿sí? —dijo finalmente, intentando sonar despreocupado mientras se dejaba caer sobre la cama, empujando algunos vestidos a un lado.