ENA A través del árbol del tiempo

CAPITULO 8

Tomar una decisión y proceder

  Al llegar a casa me acosté pensando en todo lo que me dijeron.

  Algunos elfos me llevaron hasta el portal sin emitir palabra, me llamo la atención que Phoebe no me acompaño. Tal vez tenía otros asuntos mágicos que atender.

  Aunque yo cada cierto minuto quería sacarles información a los guardias, ellos no podían decirme nada si es que no decidía quedarme y, además, tenían explícitamente impuesto no mencionar nada al respecto.

  Obviamente ni mi familia o mi mejor amiga se enteraron de esto, no vi la necesidad de mencionarlo. Mis heridas, al final, ni se notó que un demonio me desgarro la piel, ni siquiera tenía cicatrices.

  Por poco me vuelvo loca…

  Elfos, dragones, guardianes, magia, gemas, poderes, demonios… aunque pude confirmar que todo era real, lo vi con mis propios ojos y lo sentí, sigo sin poder registrarlo por completo en mi subconsciente, siento que puede ser alguna treta de mi imaginación, que sueño despierta o es por alguna droga que me suministraron quien sabe cuándo o dónde.

  Me molesta, ser así, porque a los demás les molesta, no les gusta, imagino historias, las escribo o las dibujo, estoy en mi mundo, paso tiempo sola, hablo sola, me pongo a cantar de la nada, me gusta leer y soy inteligente, pero no me gusta, soy el blanco de todas las burlas y agresiones, y nunca digo nada al respecto, soy patética. Es así desde la primaria.

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  Dos semanas después, estaba repasando ejercicios para una prueba y se me dio por estornudar. Lo que paso fue que al hacerlo -el escritorio estaba junto a la ventana y me di vuelta para la derecha- me lleve la mano a la boca para “pararlo” y cuando lo expulse chispas de fuego salieron de mi mano e incendiaron la cortina.

  Del susto empecé a manotear la cortina para que se apagara, pero no funcionaba así que fui corriendo al baño con un vasito con agua y se lo eche encima para apagar el fuego.

  −Ena, hija, ¿estás bien? −pareció que mamá escucho el gritito que pegue del susto y me hablaba desde las escaleras.

  −Sí, Sí. Es que… había una araña, pero ya se fue.

  Escuche que se volvió abajo y lo siguiente que hice fue limpiar el desastre que dejó el fuego, escondí las cortinas tras el escritorio, sequé todo y me acosté, eran más de las once, hacía más de tres horas que estaba estudiando y, además, necesitaba procesar lo que acababa de pasar, sabía que no podría dormir esa noche….

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  21 de octubre.

  Llego mi cumpleaños.

  Fui a la escuela. Y la tarde iba para casa con un par de amigos, Emily por supuesto, Phoebe y Arthur.

  Claro, mi hermano salió temprano de la Universidad para estar conmigo y Henry también, pues él me quiere de alguna manera como para saludarme en mi cumpleaños y además nos llevamos bien, porque nos conocemos de hace años. Ambos me esperaban en casa.

  Me sentí un poco aliviada cuando Phoebe no me recordó lo que paso en la otra época, la gema o mi “magia”. Creo y quiero seguir creyendo que fue un sueño por más evidente que sea que hasta la cortina de mi habitación prueba lo contrario.

  En tanto, mantenía el collar de la gema alejado de la vista de cualquiera para evitarme problemas.

  Si bien me habían dicho (cuando aún estaba en el castillo y me alistaba para volver a mi casa) que el grado de probabilidades de que demonios u otra clase se seres de la otra época vengan a esta cruzando por el portal era del 0,02%, no voy a arriesgarme a que me maten solo por una estúpida gema de fantasía.