[Segundo Acto] 𝐕𝐢𝐚 𝐚𝐝 𝐢𝐧𝐟𝐞𝐫𝐨𝐬

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Nuevamente está lloviendo en este maldito lugar. Ha pasado todo un mes y mi sed solo está creciendo a pesar de toda esta agua. Mil páginas he escrito en esta sucia y vieja agenda con la esperanza de que al ser encontrada mi propósito sea heredado hasta por hombres de poca fe.  Quise utilizar un alias, pero pienso que autoproclamarme de cualquier modo sería egocéntrico. Me queda chiquito el término de Mesías y, me parece ordinario eso de profeta; así que, lo dejaré en manos de aquel infortunado que tenga el placer de toparse con estas páginas. Confío en que lo conseguirán rápidamente, ya sabes, por esa necesidad imperativa que tiene el hombre de darle un nombre a casi todo lo que conocen incluso a lo que desconocen.

En esta gran ciudad todos destilan la pestilencia de un pecado muy grande y ha llegado el momento de despojar del aire todo ese hedor. Si algún inepto incrédulo llegara a perseguirme de nuevo juro, juro, ¡juro que lo castigaré sin piedad! Y este maldito clima que no me permite pensar con claridad. Anoche pude dormir como no lo hacía en años, Dios me habló nuevamente en mi sueño. Justo en medio de un festín, me brindaba humildemente un poco de la sangre en su copa. ¿Puedes creerlo? A mí, naturalmente tomé asiento a su lado y apuré de golpe el primer sorbo. Me atrevería a decir que proviene de un alma pura y virgen, sin negruras en el alma que oscurecieran su crúor. Él dijo: Solum qui ex hoc calice bibunt, soli pugnare possunt, invicti. Solus qui iuxta me steterunt, cum superbia ambulare poterunt. Qui nunc mala patiuntur sed integram servant fidem, cum gaudio et tranquillitate domum revertentur. Et tu, fili mi, facultas hic esto hodie. 

Me tomó algo de tiempo traducir una por una sus palabras, pero la dicha del mensaje final me mantuvo rebosante de esperanza durante el día. Pero cómo podría vencer este diluvio que ha mandado de repente. Ya no se si escribo una carta de renuncia, un diario o el segundo tomo de la santísima Biblia, aunque estaría satisfecho con cualquiera de los anteriores si así fuera. 

Para ti que seguramente leerás esto en unos miles de años en la escuela o la iglesia (Porque tengo la certidumbre de que se convertirá en el testamento más inaudito sobre el acercamiento con Dios) Recuerda cada una de las palabras por las que te conduce esta historia. Soy la prueba humana de las grandes obras de nuestra pagana religión. Nuestro padre celestial hablará, cumple sus deseos a través de los tuyos propios y deshazte de esta fétida neblina que no les permite hallar el camino correcto. Solos los elegidos estamos aptos para completar los trabajos que ni el mismo Lucifer quiere completar. Por mi parte me encaminaré nuevamente a mi sendero, atravesando nuevas contiendas y acercándome cada vez a tal futuro inesperado del que todos vamos colgados.  

Treinta días antes.
El dulce verdugo lanzó una última mirada a la ruta que lo alejaba lentamente de Aínsa, avistando en cada árbol cada piedra y cada esquina todas las fechorías que cometió en el pequeño pueblo. Se relamía los labios y sonreía maliciosamente observando la pequeña fotografía que encontró de Betzy en la guantera.

— Lo más cercano a llamarse amiga que he tenido, lástima que estuvieras chiflada, aunque de no estarlo no habrías sido mi amiga— murmuró mientras dejaba partir el retrato por la ventanilla.

La próxima parada lo guía hasta Madrid, la gran ciudad donde, según él, continuará purgando de sus tristísimos pecados a las inmaculadas damiselas. Un hedor de odio repentino se vislumbra en su rostro al cruzarse con una iglesia durante su camino. Posó sus ojos ardientes en la cruz gigante que sostiene a un Jesucristo cabizbajo.

— Mírate tan orgulloso— sonreía— Solo espero que mis hermosas almas, ahora puritanas gracias a este servidor, alcancen la paz, deles valiente Mesías, la oportunidad de renacer con nobleza y bondad— comenzó a reír más fuerte y dejó escapar un suspiro— Yo seguiré haciendo el trabajo sucio.

Pisó el acelerador tras persignarse y se embarcó a la vereda nuevamente. Edificios y construcciones en proceso se empiezan a elevar ante el auto dejando un Madrid ostentoso que perdía poco a poco sus rasgos barrocos. Era el comienzo de la coexistencia de aquella diversidad arquitectónica que caracteriza a Madrid. Luego de recorrer avenidas y entrecalles finalmente se detuvo para conocer un piso, decente, para darle algún nombre a aquel sitio que aunque pulcro, no parecía capaz de albergar oxígeno para dos personas. Sin más que una ventana con vista a los callejones, la habitación se veía sumergida en una terrible oscuridad que de no ser por la única bombilla amarilla colgada del techo parecería aquello un sumidero.

— Una cama, pequeña— murmuró mientras andaba sobre sus propios pasos— Una bombilla, tintineante. Una ventana, con vistas deprimentes. Una hornilla eléctrica y un pequeño baño, es un palacio, me lo quedo— exclamó dejando salir una enorme sonrisa al casero que incrédulo solo lo miraba.

Esa misma noche se instaló en su hermosa y envidiable morada para dar inicio a su cacería de almas pecaminosas. Asintiendo con complacencia a las féminas ardientes que le guiñaban el ojo desde el callejón en búsqueda de calor y unos pocos euros y que terminaban por ahogar su llanto en charcos de sangre. No debió pasar mucho tiempo cuando empezaron a correr los rumores de prostitutas desaparecidas en la calle de Tetuán y ya casi ninguna se acercaba, complicándole la labor al agotado tesorero de penas.

Crónicas de un Asesino *GANADOR en #PGP2024*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora