Aún cuando se vaya seguirá siendo la Maria sangrienta.
Las espinas que la rosa más hermosa lleva, fueron cubiertas por las lágrimas que le caían a la rosa, una hermosa de entre todo el campo que había.
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Dejar todo de lado, pensamientos al despertar, viendo el nuevo día, despertando de mi sueño, abriendo los ojos húmedos ante la luz del sol, dejando atrás sus pensamientos alocados y maldiciendo la impotencia de estos días lejanos donde el amor donde ella alguna vez recibió se la llevó la realidad cruda que era la muerte.
Sin tener algo en cuenta, que lo había recordado, aquel hombre que le había quitado algo, algo inocente que no pida volver a percibir en su propio cuerpo nunca más.
Solo recordarlo la hacía sentir la rabia que había guardado por años, preguntándose si la ardiente desesperación que siente puede usarse como sustento o como un arma para poder dañarla.
