Capitulo 6.

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Del hotel les enviaron la cena en una furgoneta. Compartieron un coctel de frutas, filete y ensalada y una botella de champan. Marcus la hizo quedarse en el dormitorio cuando llego la comida porque no quería que nadie la viera.

-No es que me avergüence de ti- le dijo cuándo se sentaron a la mesa-. Pero no quiero que se entere tu gente.

-Especialmente Barbara -.convino ella.

Mientras comían, el teléfono móvil de el sonó.

Él estuvo un rato escuchando.

-No -.dijo cortantes-. No puedo. Hoy, no-.miro a delia pensativo-. Eso ha sido culpa tuya, no mía. ¿Cuánto tiempo vas a quedarte en Miami? ¿Hasta finales de la semana? De acuerdo, llámame cuando regreses. Hasta entonces. He dicho que hasta entonces-. Y colgó.

Inmediatamente marco un número.

-¿Smith? Escucha, no quiero más llamadas por hoy. Encárgate de todo -.escucho un momento-. Diles que estoy ocupado hasta mañana-.espero un rato-. No es asunto tuyo. Haz lo que te he dicho. Vale, gracias.

Dejo el teléfono a un lado y se sirvió un trozo de tarta de chocolate.

-¿no te gusta el chocolate?-.pregunto.

-A veces me da dolor de cabeza-.dijo ella-. No quiero estropear el día de mañana. El sonrió y se dedicó al pastel.

A el le gustaba dormir con la ventana abierta. Ella estaba acurrucada en sus brazos en una cama enorme y pensó en lo difícil que le iba a resultar explicarle aquello a bárbara.

Después, se concentró en el calor de aquel cuerpo grande junto al de ella y recordó la intimidad que había compartido con el y ya nada le importo. Costará lo que costara, aquella era la primera vez que se sentía feliz en toda su vida. Sintió que el movía un brazo y la atrapaba contra el, ofreciéndole calor y protección.

No me dejes-.susurro, medio dormido-.no me dejes nunca.

-no te dejare-. Le susurro ella-. Te lo prometo. Dejo escapar un suspiro. Si Barb llamaba al hotel, los de recepción le dirían que se había quedado a dormir en casa de Karen y ella es diría lo mismo. Era una coartada perfecta. No le importo que aquello fuera mentira y la primera que le decía a su hermana; pero aquella era la primera vez que hacia muchas cosas. Ya era una mujer adulta y podía tomar sus propias decisiones. Quizá estaba completamente equivocada en aquella ocasión, pero nunca en la vida había deseado algo tanto como deseaba a Marcus.

Una vocecilla interior le advirtió de que algunas cosas al final resultaban realmente caras. Ella se negó escuchar. Lo único que importaba era el maravilloso sentimiento de pertenecer a alguien, de....amar. dejo escapar un suspiro y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, delia estaba vestida, esperando en el salón cuando la dueña de la boutique llego. Una mujer de piel morena y con unos vivaces ojos marrones entro cargada de cajas.

-Hola, maría-. La saludo Marcus-. Te presento a delia.

-hola-.saludo ella-. He traído de todo-.le dijo a delia, dejando las cajas encima de una mesa.

-echa un vistazo y elige lo que quieras-.le dijo el.

¿Aceptas tarjetas de crédito?-.le pregunto delia a maría.

-.yo pago-.dijo Marcus.

-no, gracias-.dijo delia con contundencia, sonriéndole a maría-. Tengo una magnifica tarjeta de crédito.

María le dedico a Marcus una mirada cargada de sentido.

-una mujer con principios.-dijo-. Una novedad en tu vida, primo-.añadió con malicia-. Si, acepto tarjetas de crédito y, además, estas de suerte porque estamos de rebajas. Todo esto tiene el treinta por ciento de descuento.

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