— ¿Reconocerías su voz si la oyeras?- preguntó aquella voz que se me estaba haciendo conocida ya.
Mi terapeuta. Según todos necesitaba uno, pero en mi opinión más bien no puedo estar.
Negué con la cabeza, mintiendo.
— ¿Recuerdas algo de él?- preguntó con seriedad.
— Señor Black,-hablé por primera vez de cuatro secciones. —¿Todo lo que le diga usted solo lo sabrá usted?
Asintió.
— ¿Entonces por qué me hace preguntas como si quisieran dar con él? Me refiero a que parece tener la intención de divulgar lo que le diga. Con todo el respeto.- dije moviendo mi cabello largo.
Estar encerrado ayudó a que creciera, pero yo no lo cortaría por eso, si no porque, a él le gustaba.
Se sentaba trás de mí, y acariciaba mi cabello, haciéndome sentir cosas que jamás nadie hizo. Me hacía rulos, y daba besos en mí frente.
"Amo tú cabello, nunca deberías cortartelo."
Y así lo haré. Sus palabras habían sido tan suaves y adorables.
— Lo único que pretendo es comunicarme contigo. Abrir una conversación.-explicó. — Yo no debo decir nada, al menos que implique asesinatos o secuestros.
— Lo mío es un secuestro.-gruñí.
Asintió. — Pero, no lo has hecho tú. Fuistes el secuestrado, y al menos que sepas su nombre y apellidos o dónde vive, yo no diré nada.
— No los sé.
Si los hubiese sabido hubiera ido de rodillas a decirle que me amarrara, me besara y que me dijera que todo estaría bien. Lo extraño. Extraño a mi secuestrador.
— Entonces, ¿Me contarás qué sientes?
— No me siento mal... siento, siento -me trabé. — Siento como si quisiera darle al tiempo atrás.
—¿Para evitar tu secuestro?- preguntó.
— Si evitarlo me quita está agonía, sí.- susurré.
— ¿Por qué sientes agonía?-dijo expresando confusión.
— Donde quién sabe estuve, sentí cosas que jamás había sentido.-admití.
— Lo sé. Es un paso entre el miedo y el pánico. Estuvistes casi seis meses con la tensión de que podría hacerte daño e incluso matarte. Llegastes a un punto que no todos llegan.
Negué. — Mi miedo no llegó al mes,-expliqué. — Aunque perdí la nosión del tiempo, se que duró poco. Luego era inseguridad, luego incómodidad y luego no quería irme de ahí.
Él abrió los ojos como plato. — ¿Puedes decirme que pasó ahí o prefieres otra sección?
— Puedo hacerlo. No me siento afectado. Solo dejaba el desayuno y no era hasta la noche que bajaba. Al principio me tenía los ojos vendados, pero cuando vió que respetaba que no quería que lo viera, no me vendaba. Me traía de comer e incluso juegos electrónicos. Me contaba que había hecho en el día mientras acariciaba mís rulos. Casi siempre fue así.-contesté.
Él terapeuta tomó notas.
— Quiero decirte o aclararte que lo que escribo aquí es para definir un diagnóstico a base de las secciones y poder decirte que te sucede.- explicó.
Asentí, eso lo sabía.
— ¿Hizo algo por la fuerza?
— Solo secuestrarme.-confesé y sentí mís mejillas arder.

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Stockholm Syndrome.
Nouvelles„Sus ojos azules. Jamás los olvidaré. Eran casi transparentes. Podían ser cosas bonitas el mar o el cielo, pero incluso significaban el infierno. Sentía seguridad, protección al mirarlo incluso cuando sabía que estaba en el peligro. Que él era mí...