CAPÍTULO 81

29 4 0
                                        

La mañana llegó lentamente, con los primeros rayos de sol filtrándose por las ventanas. Abrí los ojos, pero el mundo a mi alrededor seguía borroso. La fiebre no había disminuido, y mi cuerpo se sentía pesado, como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar.

Mi padre estaba junto a mí, sentado en un cojín con los brazos cruzados y una expresión preocupada en su rostro. No se había movido de mi lado en toda la noche.

—Buenos días, hija —dijo al notar que abría los ojos, inclinándose hacia mí para verificar mi temperatura con la mano. Su ceño se frunció aún más—. La fiebre no ha bajado.

Intenté sentarme, pero su mano firme en mi hombro me lo impidió.

—No te esfuerces. Quiero que descanses.

—Padre... estaré bien —murmuré, aunque mi voz era débil incluso para mí.

—No lo dudo, pero no voy a correr riesgos.

Se levantó y caminó hacia la ventana, donde su cuervo, con plumas negras brillantes, lo esperaba.

—Ve a la mansión de Shinobu Kocho. Dile que necesitamos su ayuda de inmediato. Mi hija está enferma, y no quiero que esta fiebre se prolongue más.

El cuervo graznó obediente y alzó el vuelo, perdiéndose en el horizonte. Mi padre regresó a mi lado, ajustando el paño húmedo en mi frente con delicadeza.

—Shinobu vendrá pronto. Ella sabrá qué hacer.

—Padre... no es necesario. No quiero molestar a más personas...

—No es una molestia —dijo con seriedad—. Es una necesidad.

Sentí mis ojos cerrarse nuevamente, agotada por la fiebre, pero la seguridad en su voz me permitió relajarme. Mi padre siempre había sido un hombre de acciones rápidas y decisiones firmes, y esta vez no fue la excepción. Sabía que haría todo lo posible para asegurarse de que estuviera bien, como lo había hecho siempre, incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas.

Mientras el sonido de sus pasos tranquilos resonaba en la habitación, me permití descansar un poco más, confiando en que Shinobu pronto estaría aquí para ayudarme.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

El tiempo transcurrió en un estado nebuloso mientras me sumía entre el sueño y la consciencia, debilitada por la fiebre. Finalmente, escuché pasos ágiles y ligeros en la entrada de la mansión, seguidos por una voz calmada pero llena de determinación.

—Shinjuro, he venido tan rápido como he podido.

Reconocí de inmediato la voz de Shinobu. La tranquilidad que transmitía al hablar era reconfortante, pero también sabía que cuando ella aparecía, tomaba control de la situación sin demora.

—Gracias por venir, Shinobu —respondió mi padre desde el pasillo, guiándola hacia mi habitación.

Pronto, la puerta se deslizó, y Shinobu entró, llevando consigo su maletín médico. Su mirada cálida y profesional se posó en mí mientras se arrodillaba a mi lado.

—Buenos días, querida. Tu padre me ha dicho que no te sientes bien. Permíteme revisarte.

—Gracias... Shinobu... —murmuré, apenas logrando articular las palabras.

Ella colocó suavemente su mano en mi frente, comprobando la fiebre, y luego tomó mi pulso mientras su expresión se volvía más concentrada.

—Tienes fiebre alta y tu pulso es débil. También noto que estás algo pálida. Necesito descartar cualquier infección o envenenamiento. ¿Has sentido algo más, como náuseas o mareos?

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora