Al fin y al cabo

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Ella es quién la llevó por nueve meses en su vientre. Fue por ella que creció con varias cosas y se llevó sus primeros regaños al hacer algo que no debía. También cantó en los festivales el famoso día de la Madre para esa mujer, dejándose tomar fotos para el albúm familiar y finalmente resta un sinfín de cosas por apuntar en una lista a la que le anexaría cuanto recuerdo regresara a la memoria a sus 17 años.

También no hay que olvidar aquellas veces que por pelearse en la escuela su madre la defendió cual leona con sus crías. Lo que "casi" toda madre haría, ¿cierto?

Sólo que al comenzar a crecer ya no era sólo "blanco y negro". Empezaron los matices de grises  que incluyeron entre otras cosas el ir omitiendo de su día a día a su madre ciertos detalles que vivía mientras hablaban y regresaban a casa.

"Casa". El simple hecho de pensar en esa palabra le hacía cuestionarse un montón de cosas.

Las peleas después de la escuela no se hicieron esperar. Con unas ideas como las suyas, liberales, era normal que cargara un estuche de maquillaje para que su progenitora no se diera cuenta. Porque... las madres se enteran de todo, ¿cierto?

Sólo que un día la caja de Pandora se abrió; el secreto salió después de años de exitosas evasiones.

Y eso bastó para que todo lo que había pensado de su madre, una mujer a la que admiraba, se viniera abajo. Como una carpa de circo mal puesta que un viento tiró sin esfuerzo, la mamá que conocía por su temple y paciencia se esfumó después de las fatídicas palabras que salían de esos labios atestados de rojo, no faltaron.

Puede que ella las haya dicho sin querer. Pero a Ingrid poco le importaba.

Según su madre ella no era bonita. Nunca lo había sido. Ella no era su "niña", sólo era su hija. Y aunque le "importaba" no sabía que decirle.

Ingrid, a sus diecisiete años tuvo que controlar sus ganas de llorar. Los "No se que decirte" y "pareces una cualquiera" fueron más fuertes que cualquier fractura que haya vivido antes. Y estaba claro que no había visto todo. No cuando creía todavía que su madre era algún tipo de superhéroe y que siempre le diría lo que tenía que escuchar, comprendiéndola, haciendo eso que había fingido tan bien hasta ahora, pues eso sólo pasaba en las películas.

Aunque sonase exagerado y como algo que no haría una chica que acaba de ser abofeteada verbalmente por su madre (como generalmente pasa), mandó mensajes a su segunda familia y bajó su única maleta.

Tuvo cuidado en no guardar nada que le recordara a su mamá pero estaba más que claro que ese día no se le borraría ni muerta. Miró a su alrededor. Sonrió con tristeza y se enjuagó las lágrimas con el dorso de la mano que estaba libre. Siguió empacando porque seguramente su madre ya estaba de regreso después de salir como si nada por la puerta.

Cerró el cierre con fuerza. A diferencia de sus peleas constantes... ¿Dolía tanto el ver que su madre decía eso enserio? Tal vez porque se creyó esas mentiras de que... Meneó la cabeza. No valía la pena recordar.

Afortunadamente aún eran vacaciones. Su teléfono vibró anunciando que tenía lugar con Sam que ahora la esperaba en la estación. No estaba tan tarada como para pedir lugar con alguna de sus primas ya que buscarían -si es que la buscaba- con alguien de la familia inmediatamente.

-Adios Ma.

No era un hasta luego. Que la tacharan de mimada y exagerada que no aguantaba un par de palabras de más y que por eso huía de casa, pero sin duda alguna eso era algo más que un simple arrebato.

Algo se había roto y no se preocuparía por arreglarlo. 

¿Qué había un vínculo entre los padres y los hijos? O no existía y las películas de Hollywood estaban fumadas o era adoptada. Seguramente eran ambas, ¿no? Dejó la cena intacta, se despidió de sus perras y puso una nota en su reja, pidiendo que las llevara con su tío el veterinario; seguro a su primo le encantarían.

¿Qué llevaba? Dinero, ropa, su identificación y demás papeles legales junto con ropa. Pronto cumpliría dieciocho y sería formalmente independiente.

Dejó las llaves de la entrada y dando un último vistazo al salón, la cocina y más allá del pasillo donde estaba su habitación se dió la vuelta al tiempo que empezaba a llover y de sus labios salía:

-Al fin y al cabo no soy tu hija, ¿no?

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2021 ⏰

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