Nuevos compañeros

317 24 6
                                    

Narra Samuel

—Muy bien, las personas que oigan su apellido se dirigirán a la cabaña uno—Dictó una de las monjas que se encontraban ahí.

Pasaron muchos apellidos hasta que por fin oí el mío y el de Willy.

—De Luque, Díaz, Gamarra y Benvenuto, les toca irse a la cabaña cuatro.

Siempre por azares del destino me tocaba compartir cabaña con Willy, lo que para mí está bien, ya que es mi mejor amigo y que mejor que pasar todo el tiempo con él.

—Apúrate pringao, si no me quedare con la litera de arriba—me grito Willy ya que iba adelante de mi unos pasos.

—Ya quisieras chaval, esa litera ya hasta tiene mi nombre, fijo—Le vacile mientras iba a paso rápido para llegar a donde estaba.

Al abrir la puerta nos encontramos con dos literas empotradas en la pared, una enfrente de otra, cada una tenía una mesita de noche, y dos pequeñas ventanas a lado de la puerta, sonará raro pero me gustaba, esas cabañas, eran acogedoras y tenían un olor peculiar.

Me trepe por la cama de Willy para llegar a la de arriba acostándome en esta.

—Dios, amo estas literas, me recuerdan a cuando teníamos ocho años, ¿recuerdas?—Le pregunte a Willy el cual estaba en la misma posición que yo pero en la cama de abajo.

—Como no, fue cuando venimos por primera vez y me quede dormido en tu cama porque había tormenta.

—Ya vez, yo siempre cuidándote chiqui—Le dije socarronamente.

Justo cuando iba a empezar a protestar abrieron la puerta.

—Jorge, déjame la de arriba por favor.

—Ya te dije que no, Santiago, la pedí primero.

—Por favor, por favor, por favor.

—Ya, ya está bien.

Eran dos chavales, uno de ellos era rubio y se le podían ver a simple vista sus ojos de un verde azulado intenso, no estaba seguro. El otro era algo más bajo que él y era pelirrojo.

—Eh, hola—comente, nada más y acabaron su discusión, tomando su atención.

—Oh, disculpa, hola soy Jorge-Dijo en modo de saludo el pelirrojo—Y el—Señalo al rubio—Es Santiago—solo sonrió.

—Mucho gusto—sonreí—. Yo soy Samuel, y el que está aquí abajo—señale a mi compañero—es Willy.

—Hola—Contestó Willy.

Siempre que conocíamos a gente nueva yo era el que nos presentábamos, el pelinegro siempre era más callado y reservado. Yo soy todo lo contrario, somos como el agua y el aceite, sin embargo, de alguna u otra forma nos complementamos.

—Hey, ¿vienes?—Sentí que jalaban de mi camisa—. Es hora de ir a comer—Willy me veía desde abajo.

—Ya voy—Exclamé saliendo de ese extraño trance, para bajarme de la litera.

El comedor estaba lleno de chicos, todos sentados en unas mesas y otros tomando su bandeja de comida. Willy y yo estábamos sentados en una de las mesas comiendo y hablando de trivialidades, hasta que vi a nuestros compañeros de cuarto buscando sitio

—Oye, ¿les invito a que se sienten aquí?—le interrumpí a Willy.

—Como quieras—se encogió los hombros, así que lo tome como un sí.

— ¡Ustedes, Gamarra, Benvenuto!—les grité, y rápidamente me miraron. Les hice seña de se acercaran a sentarse, y estos sin pensarlo dos veces se acercaron.

—Hola—Saludaron los dos al mismo tiempo. Willy solo se limitó a sonreír y llevarse su sándwich a la boca.

— ¿Es la primera vez que vienen al campamento?—pregunté.

—Sí, decidimos cambiar de rutina en las vacaciones—respondió Santiago— ¿ustedes?

—Nosotros prácticamente nacimos aquí—bromee—Venimos desde los nueve.

–Wow, eso es una pasada—exclamó Jorge adentrándose a la plática.

– ¿Ustedes se conoces mucho, no es así?—preguntó Santiago.

—Prácticamente desde que tengo uso de razón—admití.

—Nosotros también—comento el rubio, volteo a ver a su compañero, los dos se quedaron un rato mirándose con sonrisas de bobos, lo que era algo raro, ya que me pasaba lo mismo con Willy, pensé que solo a nosotros nos sucedía, sin embargo ahora que veo a estos creo que es algo muy frecuente en los mejores amigos.

La hora de la comida paso, y los cuatro nos dirigimos a la cabaña mientras nos conocíamos más. Unas veces Willy entraba en la conversación, lo que me alegraba. Poco a poco cada uno de nosotros se iba quedando dormido, al final nos quedamos yo y Santiago.

—Samuel, puedo preguntarte algo–susurro Santiago desde su litera.

—Escúpelo–respondí

— ¿Tú, cuando hablas con Willy nunca has sentido un cosquilleo en el estómago?—Me quede pasmado, no pensé que llegara a preguntarme eso. Sin embargo medite por unos segundos y decidí decirle la verdad.

—Realmente sí, pero no sé, trato de no darle tantas vueltas al asunto.

—Me pasa igual, creo que me gusta Jorge—confesó Santiago, dejándome con la boca abierta.

—No, tú no puedes, es... es un hombre...eso...eso...es...pecado—tartamudee

—Pero yo no he elegido quererle, esto ha pasado, sabes, a veces no sé...—Dejo la palabras en el aire—Solo no le cuentes a nadie, vale. Realmente no sé qué es lo que quiero—exclamo.

—Vale, no te preocupes, se te pasará—Dije con seguridad.

Esa noche no pude dormir, lo que dijo Santiago...me sentía tan reflejado en él, tampoco sabía que era lo que me pasaba con Willy, era muy confuso, mientras debatía conmigo mismo, en algún punto, quede profundamente dormido



TAKE ME TO CHURCH ||  WIGETTA || EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora