── Max, quien siempre había sido el mejor amigo de Roxanne, observándola en silencio cómo ella se enamoraba de Bradley, el chico arrogante que él despreciaba.
❤ Cuando la relación de Roxanne y Bradley llega a su fin, Roxanne le pide a Max que la ac...
El era como su chocolate oscuro, difícil de conseguir, pero cuando lo hacía, cada bocado era una experiencia que no quería que terminara.
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Brad
Ir a clases era y es demasiado estresante, y más si eres estudiante de arquitectura. Los proyectos interminables, las noches sin dormir y los profesores con estándares imposibles pueden acabar con cualquiera. Por suerte, siempre puedes saltarte una que otra clase para preservar la poca cordura que te queda.
Lo mejor de todo es si tienes a alguien que estudie gastronomía como amiga. En ese caso, no solo tienes una excusa perfecta para escapar de clases, sino que además te conviertes en su conejillo de indias cuando está experimentando con nuevas recetas.
—¿Entonces? —preguntó Anne, sacándome de mis pensamientos mientras revisaba mi teléfono, en espera de su creación
Levanté la vista, arqueando una ceja.
—¿Entonces qué?
—¿Por qué Roxanne estaba en la fiesta de tus padres? —continuó, mientras se levantaba con calma y caminaba hacia el horno, colocándose unos guantes.
—Ah —respondí sin mucho interés— la invitaron ellos.
—¿Por qué? ¿Quieren que vuelvan? —preguntó mientras sacaba la bandeja del horno, el aroma de los cupcakes recién hechos llenando la cocina.
Me encogí de hombros, recostándome en la silla.
—Controlar mi vida es lo que les gusta.
Anne dejó la bandeja frente a mí.
Cupcakes de chocolate, perfectos.
Mis favoritos.
Ella siempre sabía lo que me gustaba, incluso cuando intentaba actuar como si no le importara demasiado.
—¿Y qué hiciste? —preguntó mientras empezaba a decorarlos con precisión. Y los colocaba en otra bandeja.
—Lo que siempre hago, ser amable —dije, dejando que mi tono irónico se colara en las palabras.
—¿Seguro?
—Sí —respondí, aunque sabía que no se conformaría con eso.
—¿La pasaste de largo?
Rodé los ojos, dejando escapar una risa.
—Claro que no. Obviamente la saludé cuando mis padres estuvieron cerca, pero la evité el resto de la noche.
—O sea, sí la pasaste de largo —repitió, como si quisiera confirmarlo.
—Sí —admití, soltando otra risa ligera.
Levanté la mano hacia los cupcakes, pero Anne fue más rápida y me dio un golpe suave antes de que pudiera tomar uno.
—Ese lado no es tuyo —dijo, moviendo la bandeja ligeramente fuera de mi alcance.