SU0°C: EVERLASTING

27 9 0
                                    

La semana que siguió a los sucesos en Kyomi y la trágica muerte de los Park sería una de las más desgastantes para Min Yoon Gi. Aún intentaba ajustarse a la idea de que contra todo pronóstico su omega parecía gozar de algo de estabilidad mientras entonaba aquella serie de palabras hasta cierto punto incoherentes y permanecía al tanto de su cuidado.

"No creo que estemos avanzando más allá del hecho de que Jimin se niega a despertar. Si no fuera porque ha dejado de tener fiebre y se alimenta lo mínimo ya hubiéramos regresado a Seúl."

"La paciencia es la cosecha más amarga para un necio. Sanar es un proceso complejo, más si usted se empeña en negarle el apoyo de su alfa. No debe abandonar la isla hasta que Jimin sea ungido por la Diosa en Kyomi Eye."

Las palabras de Hinata solían acompañar el malhumor del alfa, sobre todo en las mañanas que el rostro de Jimin mostraba una palidez mortal y las cuerdas del corazón empujaban hacia lo imperdonable a un hombre que odiaba esperar.

Fue en una de esas mañanas rutinarias, en las que Min Yoon Gi había decidido hacerse cargo de su molesta barba, que el milagro por el que tanto había clamado se hizo realidad.

Para Jimin la semana en el mundo de la inconsciencia se había desarrollado dentro de una sucesión de sueños sin conector aparente. Había navegado en la barca de su niñez y adolescencia, acariciando los rostros de aquellos que le sonreían en los días dorados de la abundancia.

Cazando ardillas en el jardín de la casa solariega de Busan, escribiendo sus pensamientos de amor en el diario de la preparatoria y aceptando el arrullo de su madre mientras percibía cómo unas manos cálidas lo arropaban y peinaban su cabello.

"Quédate conmigo. Aún no comenzamos a vivir juntos. Por favor, il mio angelo…"

Solía emular en sus sueños el tono de una voz obscura y envolvente. La voz del hombre que seguro estaba del otro lado de la puerta de la habitación matrimonial en la que se había despertado.

Como un torpe recién nacido, Jimin había borrado por completo la trágica noche que lo llevaba hasta aquel momento. Se sentía cansado pero al mismo tiempo curioso de experimentar el mundo que lo rodeaba en la estancia. El roce de las sábanas de seda color gris perla en las regiones que el camisón con dibujos de pollitos que portaba no conseguía cubrir.

El aroma de los crisantemos y las peonías que adornaban un jarrón hacia una de las esquinas del descomunal vestidor. El murmullo del mar fuera de las ventanas a medio abrir de lo que se prometía un balcón…

Un universo de colores, y aromas donde el cuero, el whisky y la tierra húmeda de un bosque visitado por la lluvia lo arropaba como un cálido manto imaginario.

Frotando su rostro con sus delicadas manos, la presión en su bajo vientre le ayudó a reunir fuerza para abandonar la cama y encaminarse hacia el cuarto de baño.

Jimin iba descalzo, con la única preocupación de evacuar su vejiga cuando la imagen de un hombre que portaba el tatuaje del tigre en su piel, y que en esos instantes perdía el control de la máquina de afeitar sobre su rostro, le dio la bienvenida.

—¡Carajo!

Masculló Yoongi cuando la hoja de la cuchilla lastimó su rostro. El omega no pudo evitar que una suave sonrisa se formara en su rostro. 

—Si esperas que vaya al toilet, te ayudo con eso…

Señaló la herida que ya manaba sangre con uno de su delicados dedos. Esperaba algún comentario ácido de parte de Yoongi, pero en su lugar se quedó petrificado cuando el alfa prácticamente lo asfixiaba en un abrazo de oso.

•SEOUL UNDER ZERO•YM/DS¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora