La sala blanca será completamente destruida, en su tiempo de libertad Kiyotaka explorará el mundo para saciar su curiosidad ilimitada, por lo que para entender un poco mejor a las personas se matriculará AHNS, la mejor academia de Japón, pero gracia...
Luego de entrar al baño, me deshice de mi ropa, dejándola caer al suelo sin preocuparse por el desorden. El frío del aire contrastaba con el calor de la habitación, lo que me hizo sentir un ligero escalofrío mientras me quedaba allí unos segundos.
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Con calma, y como si fuera un ritual, me quité el resto de la ropa, dejándola a un lado. Estaba completamente desnudo, con el cuerpo ligeramente tenso ante la anticipación de la ducha. Abrí la llave del agua caliente, y el sonido del chorro fue como una pequeña melodía. A medida que el agua comenzaba a caer, el vapor comenzó a llenar el baño, envolviéndome en una sensación de confort que parecía aliviarme cada vez más.
Me metí bajo el chorro, dejando que el agua me golpeara la piel, al principio con una presión suave, como si me estuviera abrazando. Cerré los ojos un momento, disfrutando de la calidez que me envolvía.
Luego de que mi cuerpo se acostumbrara a la temperatura del agua, pude sentir como algo de aire ingresaba al baño, y viendo la razón me encontré con un rostro conocido que se había asomado por la puerta.
Detrás de la puerta estaba Nanase, que no podía apartar la mirada de mi cuerpo. Casi me sentí violado por su mirada, pero por la dirección en donde apuntaban sus ojos, podía decir que estaba mirando fijamente eso.
Continué un par de minutos siguiendo ese juego dejando que mirara mientras continuaba bañándome, no es como si quisiera estar sucio luego de terminar lo que tenía planeado.
Luego de que terminara de limpiar mi puerta voltee mi mirada hacía la puerta, cruzando nuestras miradas por primera vez.
''Nanase, creo que deberías entrar para conversar y dejar de mirar''
Cuando escuchó mi comentario pude ver como su rostro se tornaba de una tonalidad rojiza, pero tímidamente entró al baño, casi como si fuera un cachorro apenado por haber orinado en el sofá nuevo.
''L-lo lamento Ayanokouji-sempai, no quería... incomodarlo'' dijo mientras inclinaba su cabeza.
Yo al ver su respuesta me acerque a ella, colocando mis manos sobres sus hombros.
''Acaso... ¿Yo te gusto, Nanase?'' dije mientras levantaba su mentón con suavidad, obligándola a fijar sus ojos en los míos.
La cercanía era abrumadora, podía sentir el leve vaivén de su respiración contra mi rostro. Ella se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando la pregunta, pero finalmente respondió, con una voz tan suave que casi la perdí entre el susurro del viento.
''S-si, desde que lo conocí, Sempai.''
Sus palabras me dejaron en un estado de incertidumbre. No estaba seguro de qué pensar, ni de cómo reaccionar. No sabía si mis propios sentimientos habían sido alterados por la confesión, pero había algo en su mirada que me hacía sentir un calor inexplicable. Tal vez... tal vez sí me agradaba la idea de tener a Nanase como pareja. Era linda, amable, y esa ternura que emanaba solo aumentaba el deseo de hacerla feliz.
