CAPÍTULO 1 PREPARACIÓN

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Desperté como un día normal, pero no lo era, hoy sería el día que comenzaría con mis pruebas de valor, y muy probablemente el último día que mi familia me vería con vida.

Todo esto empezó cuando el general Kalatrabah dio un golpe de estado.

Kalatrabah era la típica persona que un país se podía manejar fácilmente, y cuando comprobó que eso no era así, convirtió el país en una gran dictadura.

El único requisito para ser mayor de edad es superar las pruebas, no importa si pasas un mes o un año ahí dentro, lo importante es salir, cosa que pocos consiguen hacer.

Dentro de esta dictadura se te asigna un animal, el animal que, según tu personalidad mas te identifica.

Recuerdo perfectamente el día que me presenté a que me asignaran un animal, estaba realmente nervioso, no tanto como ahora, pero muy nervioso, me daba miedo que me asignaran un periquito o algo así debido a mi "gran valentía".

Al final me tocó el caballo, no me importaba porque era un animal que yo adoraba, y muy en el fondo estaba deseando que me tocara.

Yo en esa época tenía unos 10 años, cuando supuestamente mi personalidad ya estaba definida.

A partir de ahí empecé a tener confianza en mi mismo y a entrenar para superar las pruebas. Pero un día todo eso cambió, fue el día en el que recibimos una carta de Kalatravah, informándonos de la muerte de mi hermano mayor, y fue entonces cuando mi antiguo yo volvió, volvió el niño que no quería salir de su casa, el niño que le tenía miedo a una mosca, barajé un millón de veces la posibilidad de no presentarme, ya que no era obligatorio, así que para conseguir todos mis derechos como ciudadano me presentaría cuando estuviera mentalmente preparado.

Ese era mi pensamiento hasta que conocí a Sinder, ella ya había pasado por las pruebas, y por tanto ya era mayor de edad, aunque teníamos la misma edad no podíamos estar juntos, ya que la ley decía que en una pareja, las dos partes tienen que ser mayores de edad.

No podía dejarla escapar, ella era el amor de mi vida, y, tarde o temprano me tenía que presentar a las pruebas.

Estuve cuatro meses entrenándome, hasta el día de hoy, hoy tendría que marchar, junto con mi animal asignado, que en mi caso era mi caballo Omega, un precioso caballo negro que me regalaron un año después de que me lo asignaran.

También tenía que llevar un arma, así que elegí la espada que mi hermano llevó a las pruebas.

No era una espada normal, era una espada que detectaba el calor, muy poca gente la tenía, y yo sabía que mi hermano hubiese querido que la usara un día tan importante como hoy.

-Ten mucho cuidado- dijo mi madre casi echándose a llorar

-No queremos perder a otro hijo- dijo terminando la oración que mi madre había empezado.

Asentí les di un enorme abrazo y me despedí, no quería que mis padres me vieran así, a punto de estallar en lágrimas.

Galopando llegué hasta el edificio principal, donde tenía que firmar un "insignificante" papel donde ponía que había ido libremente y que me atenía a las consecuencias de lo que me pudiera pasar.

-Firme aquí- me dijo una chica rubia con una sonrisa de oreja a oreja, tal vez imaginándose lo que iba a pasar.

Nadie me había dicho nunca nada de las pruebas porque estaba terminantemente prohibido y penado con cadena perpetua, hubo gente que afirmó que les escucharon en sus casas y que tuvieron que huir.

-Acompáñeme- dijo la rubia haciendo una señal con su mano.

-Es nuestro deber advertirle de que es muy probable que no salga con vida de las pruebas- hizo una leve pausa, muy posiblemente intentando ocultar la sonrisa que se formaba en su cara, era increíble ver lo macabra que es la gente, era increíble que una persona se alegrara de la muerte de otra -Tendrá que ir en barco hasta el lugar donde se realizarán las pruebas, ahora mismo le traemos a su caballo.

Omega y yo embarcamos, él sería mi única compañía en el tiempo que esté ahí metido.

-Cada semana tendrá la oportunidad de conseguir comida, enfrentándose a un reto, puesto al azar directamente desde la sede del gobierno.

Yo solo asentí mientras me sumergía en mis pensamientos, intentando imaginar a mi hermano en esta situación, lo que él hubiera hecho y como reaccionaría. Su animal era el zorro, debido a la sabiduría y su gran habilidad.

Sin siquiera darme cuenta ya habían pasado 4 horas, y tendría que presentarme.

-Tienes hasta mañana para descansar y entrenar, por aquí esta la sala de entrenamientos, con un nivel medio de lo que puedes encontrarte allí -dijo mientras me conducía hacia una gran sala con hologramas simulando leones, leopardos, incluso una selva entera, con plantas venenosas, refugios y estanques.

Decidí entrenar un poco, pero me fié más de mi instinto y descanse, pero despues de desensillar a Omega, mañana sería un duro día para los dos.


A la mañana siguiente preparé todo y me presenté puntual y ahí la tenía, la gran puerta que me llevaría a la muerte o a la libertad.



La prueba finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora