Sacary bajaba con su lámpara al sótano mientras las sombras se escabullían hacia los rincones de aquél viejo cuarto, evadía las maderas rotas y unas que otras telas de araña que colgaban de las columnas, colocó una caja pesada y la lámpara sobre el escritorio y empezó a buscar algo en su chaqueta, se movió de un lado al otro buscado una pequeña llave con la cual pretendía abrir uno de los candados de la caja.
-¿Buscas esto?- dijo una gigante sombra postrada a sus espaldas.
Sacary, se giró lentamente y al verlo a los ojos dijo:
-Acabemos con esto de una vez, tu me das la llave y te vas directo a donde debes ir.
La deformada sombra apareció al lado de la lámpara y con un soplido reunió a la oscuridad en aquel cuarto. Era imposible de ver, todo estaba en silencio, solo se escuchaba el respirar incalmado de Sacary.
-Estoy aquí, ¿No me ves?- susurró la sombra mientras se reía a carcajadas.
-Por aquí...- repetía.
El sonido se acercaba más y más, hasta que Sacary recurrió a usar su voz:
-Rayos... Omega- se empezó a iluminar su cráneo, sus manos brillaban incandescente, los ojos volvían a ahuyentar la oscuridad y la luz se hacía cada vez más y más y muchísimo más brillante, poco a poco le empezaba a quitar el color a la sombra, la hacía gritar de miedo, iluminaba el cuarto con su cuerpo y sin mover nada más que sus ojos, parecía estar en llamas, solo que este fuego era totalmente diferente, era de un tono muy blanco, parecía una estrella.Luego de ver como desapareció la última gota de sombra, la llave calló frente a él y cesando su brillo mantuvo solo sus ojos iluminados, recogió la llave, se giró al escritorio y finalmente abrió la primera cerradura diciendo:
-Feliz Cumpleaños Número 1 Hijo...-