7.

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Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra.

Arquímedes.




—¿Qué le pasó a Lenna en la nariz? —preguntó Eleanor antes de beber otro poco de su café.

—Se cayó y se golpeo con el buró. Se ha cubierto con maquillaje y usó pomada para la hinchazón —expliqué—. Es una chica.

—Sí. ¿Y qué hay sobre Harry?

Subí la mirada, Eleanor se estaba poniendo un poquito fuerte con el tema de Harry y yo. Eso me estaba sacando de quicio.

Bien, yo no soy la persona mas indicada para quejarme, pero vamos, se trataba de mi orientación sexual.

—¿A qué se debe la pregunta? —Alcé una ceja.

—No sé. Siempre estás con él, últimamente.

La miré mal. Eso no tenía nada que ver.

—Sí, bueno, somos amigos ¿no?

—¿Entonces dónde están los demás? —Se cruzó de brazos—. Tus otros amigos.

Esta vez si la asesiné con la mirada.

—¿Qué intentas decir, Eleanor?

Sonrió.

—Nada sobre ustedes.

—¿Entonces? —Pusé mi café de mala gana sobre la mesa.

—Louis, podemos intentarlo, ¿sabes?

—¿El qué?

—Estar juntos, a ver como resulta.

Hice una mueca. Sí le gustaba a Eleanor. Y a mí no me agradaba la idea. Osea, era una gran chica, y muy linda y toda la cosa, pero joder no. Eleanor no me gustaba ni un poquito.

—Claro, que si estás esperando por Harry, no hay problema.

Me estaba agotando la paciencia.

—¿Qué dices?

—Louis... —Recuerdo que sonrió cínicamente—, ¿por qué razón entonces no estaríamos juntos?

La miré con mi magnífica cara obvia.

—¿Porqué no me gustas, quizás?

—Te equivocas.

—Eleanor La Más Deseada Calder, te dicen...

—Como quieras, Lou. ¿Nos vamos?, se va a calentar el Frapuccino de tu madre.

—Sí, vamos.

Bien, en ese momento había comenzado a detestar a Eleanor, e intentaba sacármela de encima, menos mal que ella es insistente y eso no pasó, de otra forma yo estaría muerto, y Harry también, les diré porqué.

Dicen que las personas al enojarnos tenemos un punto ciego para justificar hechos irreversibles que suceden cuando estamos molestos, yo jamás había creído en cosas como que todos tenemos un don, un poder, que todos tenemos algo que completa el rompecabezas, pero claro, luego de todo lo que había estado pasando no era como si yo tuviera base para decir que esas cosas son patrañas, ¿no? 

—Gracias, chicos —Sonrió mi madre—. ¿Cómo esta Laura, Eleanor?

—Bien, un poco agotada...

—Vaya, eso es malo. Te daré unas bolsitas de té, así se las llevas y se relaja.

Alcé una ceja divertido.

MADNESS | Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora