¡Buenas buenas, chicos! Gracias por darle una oportunidad a ésta historia <3
Antes de empezar a leer debo aclararles que esta historia está en proceso de edición, por lo que necesito un poco de paciencia. Es una proyecto que deje olvidado y hasta ahora lo retomo. Sin más, ¡A leer!Narra John
Sudaba, sudaba miedo y dolor por la herida que llevaba en su costado, aunque poco después cuestionaría si de verdad había sido dolor o sólo susto. Volaba huyendo de un temible monstruo, había huido como un cobarde, dejando a sus amigos en el campo de batalla. Lágrimas escapaban de sus ojos mientras intentaba seguir, tenía que llegar, tenía que llevar aquello que reiniciaría todo para que todos estuvieran vivos de nuevo. A metros de llegar al luminoso haz de luz, una lanza le atravesó el estómago.
Despertó.
Muchos, en una situación tan catastrófica como lo había sido esa pesadilla se habrían levantado constipados tratando de recobrar el aire o al menos habrían tratado de verificar que su carne no estuviere atravesada por una jod... una lanza, pero él tenía más bien flojera. De esas que tienes los domingos, aunque hoy fuese martes.
Hace ya dos años que estaba asistiendo a la universidad estatal y vivía solo en un departamento ni tan grande ni tan pequeño, pero sólo tenía 18 años. Cuando su papá había muerto su mundo se había venido abajo, él hacía que todo funcionara aunque su mamá se hubiera ido con otro hombre cuando él tenía seis y aunque los chicos de la escuela le marginaran. Él había sido su héroe y la razón por la que nunca le faltó nada, aunque lo veía pocas veces y sus encuentros eran algo raros.
"Papá, ¿por qué tenías que irte tan pronto?"
Estaba sólo en esa gran casa y todo le recordaba a él, era imposible vivir allí, no podía comer, no podía dormir, no se concentraba ni siquiera leyendo que le gustaba tanto aquello. Con el dolor de su alma vendió la casa que le vio crecer y con eso, la herencia de su padre y un poco de ayuda legal por parte de sus primos la familia Crocker consiguió algo más parecido a como a él le gustaba vivir, ni tan lujoso ni tan destruido, solo vivir bien. Un ente perturbó su melancolía mañanera a costa de lamidas en la cara, se quitó a la energética puder que tenía por mascota con una pequeña sonrisa.
— Ya sé, Casey —afirmó, limpiándose la cara y poniéndose los lentes para verla— salimos en 15 minutos —escuchó un ladrido como respuesta. En el fondo sabe que un hogar tan vacío y una persona tan triste no es sano para un animalito, pero no puede imaginarse la vida sin su pequeño rayito de sol.
Regresando a nuestro interesante chico pseudo-hobbit estudia medicina con especialización en pediatría, es lo que quiso desde los 12 años... siempre que recordaba cuando se lo dijo a su papá se reía como tonto ¡Es que joder, ese hombre tan serio se puso a llorar!
Ocho de la mañana, ya estando medianamente arreglado tomó la correa azul claro de Casey y partió al parque junto a ella, me quedaba cerca así que aprovechaba de desayunar y pasearla antes de ir a la universidad. El día estaba nublado, pero no creía que fuese a llover así de repente por lo que el paraguas se quedó en su sitio dentro de la casa. Con toda la confianza del mundo al llegar al parque soltó a su pequeña para que corriera a sus anchas, ella siempre regresaba después de ejercitarse un poco después de todo. Había un puesto de comida en el extremo del parque que frecuentaba en el cual le daban descuento por ser el hijo del hombre que hacía los pasteles para el establecimiento.
Mientras Casey jugaba fue al puesto en busca de un frappé de mora azul, es que, por el amor de Jegus ¡Es gloria envasada! Justo cuando iba a llegar al desierto puesto, un rubio se puso primero haciendo que se chocara con su espalda al no habérselo esperado. El oxigenado llevaba unas gafas oscuras que le obstaculizaban significativamente.... porque, sí, lo hacían ver como un chico cool, pero al no saber qué estaba mirando le intimidaba un poco, al igual que su persona en si, sin embargo, no me iba a armar un berrinche porque él pidiera primero.
— Cuidado por donde caminas, inútil —esas palabras dolieron, más por el tono altivo con el que salieron, sin embargo ese oxigenado no era nadie para quitarle la poca autoestima que tenía.
— Tú te has atravesado —murmuró receloso, sin embargo el rubio ya había terminado la conversación por lo visto, porque estaba pidiendo.
— Ah, Dave! ¡Qué alegría! ¿Lo mismo de siempre? —al parecer el rubio ególatra se llamaba Dave, le recordaba a una serie que veía de niño... aunque él no se parecía mucho a Dave el bárbaro. Al otro lado del mostrador estaba su prima o como solían decirle su versión con pechos sonriéndole al muchacho como hacía con todos los clientes, en cosa de dos minutos ella se fue y regresó con un batid de lo que suponía era jugo de manzana con algo de colorante rojo... tan artificial como el comprador. Aunque bueno, el suyo también tenía unas gotas de colorante azul.
Dave se fue sin ni siquiera voltear a verlo o eso era lo que entendía, era un poco difícil deducirlo con aquellos lentes que llevaba, "¿qué demonios hice para que mostrara esa actitud tan fría? Si, lo pillo, es un chico cool, pero no le da derecho a ser descortés". Molesto por aquella actitud volvió a ponerle la cuerda a Casey y fue corriendo a casa para dejarla antes de emprender hacia la universidad, ya se le había hecho demasiado tarde. Llevaba dos cuadras de recorrido bebiéndose como podía su desayuno cuando se estrelló contra alguien que también iba en plena corrida. Sintió el vaso aplastarse, la tapa salir disparada y el contenido derramándose a sus pies ¿¡Qué este día no podía ponerse peor!?