¿Dolor?, No Gracias, ya tengo.

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Maldito despertador.
Habían pasado ya 3 semanas desde el accidente y David no daba señales de querer despertar.
El bebé me consumía con una rapidez que asombraba, por lo cual, al paso del día, terminaba agotada y eso sumado a mi pereza, resultaba un tremendo desastre.
Me levanté de mala gana, lentamente y observé cada rincón de la habitación. Me sentía tan sola en ese cuarto... Que de verdad algunas veces resultaba deprimente siquiera entrar a hacer algo que no fuese dormir.
Kate se había estado quedando conmigo desde el día que pude regresar a casa.
La verdad no estaba siendo de muy buena ayuda para quitarme la pereza; al contrario, insistía en limpiar, cocinar, lavar, sacudir; todo lo que estuviese a su paso. Genial.
-¡Anna, el desayuno está listo!-La oí gritar desde el piso de abajo.
¿Cuanto llevaba despierta?, conociéndola, no había podido dormir ni un minuto preguntándose que más podía hacer para retenerme "En perfecto y cómodo estado". "Te estás tomando esto de mi embarazo muy drásticamente" me quejé, "Anna, no queremos que haya un accidente y de un momento a otro estés goteando sangre ¿o si?" "Mi Dios, ¡Que pesimista!" Pensé para mis adentros.
Tomé una blusa beige estilo polo, un par de jeans azules y unos tenis blancos.
Terminé de vestirme y por pura rutina, me miré al espejo.
-Uh, que despampanante-susurré para mi misma. La verdad mi forma de vestir era deprimente.
Bajé las escaleras corriendo, esperando que Kate no me viera; pero justo en los últimos escalones volteó y me miró con mirada asesina.
-¡Anna..-
-¡Epa!, no digas nada, ya hablamos de esto. No hay que ser tan drásticas con esto. Apenas tengo dos meses con el bebé, no hay que ser tan pesimistas.-
-Te estás tomando todo esto muy a la ligera Anna, pareciera que no hubo ningún accidente. Pareces incluso más viva que antes de eso.-Me miró a los ojos, me veía... pero en realidad estaba distante. La preocupación la carcomía desde el primer día que durmió aquí, por mi notoria reacción inadecuada a lo que estaba pasando.
-Prefiero eso a pasármela deprimida todo el día.- Me senté a la mesa, mirando a la ventana. Era la verdad, desde el accidente mi cabeza había estado girando alrededor de la posibilidad de que David sobreviviera; o por el contrario, no lo hiciera.
Había dejado de pensar en ello semanas atrás, por que sabía que si no lo hacía, terminaría haciéndome daño a mi misma, y vaya que no necesitaba todavía más dolor.
-Anna...-se sentó junto a mi a la mesa y me extendió un plato con huevos y tocino, lo único que no me hacía vomitar; Un clásico.- Aunque los doctores no den muchas esperanzas... Tú mejor que yo sabes que no podemos tener un lugar para la duda, que David muera no es una opción aceptable.-
-Lo dices como si fuese su culpa.-La miré enojada.
-No... No, sabes que no me refiero a eso...-Inhaló y exhaló lentamente-Es mi hermano, Anna... Me dolería mucho despertar y estar en un mundo donde mi hermano sobre protector no está...-Miró al piso como recordando y una ligera sonrisa se asomó en las comisuras de su boca, pero no le duró mucho, su sonrisa fue cambiada por una expresión de dolor y su grisáceos ojos se vieron envueltos en párpados de cansancio y tristeza.-Simplemente que él se vaya no está contemplado para mi vida, no aún.
Yo sabía que; Por más que nosotras lo necesitaramos, no éramos un factor importante en el universo y Dios no tomaría en cuenta algo tan simple como la necesidad de tener una persona a la cual atarse para "Sobrevivir" a mi vida.
Simplemente quedaba por pedir un milagro. Desde que Justin me contó las probabilidades de la muerte de David, mi vida se había puesto de cabeza y era algo con lo que tenía que vivir y me afectaba como a nadie más, aunque mi manera de sobrellevarlo dijese lo contrario.

The One That Got Away.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora