Nunca nadie se había interesado por conocer la verdad de la historia detrás de una persona, pues aquello requería tiempo y esfuerzo. Además, había un cierto peligro en saber más de lo que convenía.
Más cuando aparentemente no era importante a los...
He intentado colocar la mayor cantidad de teorías que me he encontrado (y que me han parecido suficientemente coherentes) pero dudo que sea todas, así que supongo que este es el espacio para decir las que tengan ustedes.
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Bartolomeo, un bandido de mala muerte proveniente de Loguetown, la isla del principio y el fin. Toda aquella situación le parecía tan interesante y entretenida como ver la pintura de una pared secarse.
¿Qué le interesaba a él toda esa palabrería sobre el pasado? ¡Vivía en el presente y solo cosas del presente le interesaban!
Por ejemplo, ahora mismo tenía unas enormes ganas de orinar.
Ni corto ni perezoso miró a todos lados en busca de un lugar donde orinar.
¿A quién engañaba? Simplemente lo iba a hacer justo en donde estaba.
Sin vergüenza alguna se bajó la cremallera de sus pantalones y se dispuso a hacer sus necesidades.
Los gritos horrorizados no tardaron en aparecer.
"¡¿Qué demonios estás haciendo?!" Gritó horrorizada una Marine "¡Como Miembro de la Marina no pudo dejar que perturbes así el orden público!"
Con la misma mano con la que antes sostenía su parte íntima, se rascó la oreja, indiferente a las quejas. "No me importa lo que digas, zorra."
Decir que la Marine estaba roja de la ira era poco.
Su compañero dio un paso adelante. "No te preocupes Tashigi, yo me encargo de esto."
"Quisiera hacerlo yo Smoker-san."
"Ambos, entonces."
Bartolomeo frunció el ceño al ver como la chica sacaba una espada y el hombre hacía aparecer humo.
Bueno, joder, no iba a hacer eso.
"¡Hasta nunca, idiotas!" Gritó mientras se subía la cremallera y empezaba a correr. Siendo perseguido por ambos Marines.
No se dignó a responder, simplemente se limitó a correr como alma que lleva al diablo. Tropezando con la multitud en más de una ocasión.
"¡Fíjate por donde caminas imbécil!" Gritó un hermoso espadachín, claramente indignado por ser golpeado.
"¡Vete al diablo!" Gritó Bartolomeo de vuelta.
Tashigi tuvo que disculparse cada vez que golpeaba a alguien, aunque eso no la detuvo de perseguir al criminal.
Antes de darse cuenta llegaron a lo que parecía algún límite del lugar.
Era raro, de forma vertical, o el largo de la sala parecía infinito, ya que nadie era capaz de ver de forma correcta el principio o el fin, sin embargo, de forma horizontal o el ancho de la sala sí que parecía tener un límite.
