El Duelo

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La mansión Coronel Villanueva, que alguna vez resonó con risas y alegría, ahora estaba envuelta en un silencio pesado. La muerte de Viko había dejado un vacío que parecía imposible de llenar. Cada rincón de la casa guardaba un recuerdo de él: su risa en el jardín, su voz en la biblioteca, su presencia en la mesa durante las cenas familiares. Pero ahora, todo eso era solo un eco, un fantasma que rondaba los pasillos y las habitaciones.

Doña Natalia, la matriarca de la familia, se encontraba en su habitación, sentada frente al espejo. Sus ojos, antes llenos de frialdad y desprecio, ahora reflejaban un dolor profundo. La muerte de Viko la había golpeado más de lo que ella estaba dispuesta a admitir. Recordaba cada palabra dura, cada mirada de desaprobación que le había dirigido, y ahora, esas memorias la atormentaban.

Doña Natalia: ¿Por qué no lo entendí?  —murmuró para sí misma, sus lágrimas cayendo sobre las páginas del diario de Viko que sostenía en sus manos—. Él solo quería ser amado, y yo... yo lo rechacé.

abrió el diario y comenzó a leer una de las últimas entradas:

"A veces siento que no pertenezco aquí. Doña Natalia me mira como si fuera un intruso, como si mi presencia fuera un recordatorio de algo que ella quiere olvidar. Pero yo solo quiero ser parte de esta familia. Solo quiero ser amado."

Las palabras de Viko la atravesaron como un cuchillo. Doña Natalia cerró el diario y lo apretó contra su pecho, como si al hacerlo pudiera abrazar al niño que ya no estaba.

Doña Natalia: Perdóname, Viko —susurró, con una voz quebrada—. Perdóname por no haberte entendido.

Don Rigoberto estaba en su estudio, rodeado de papeles y recuerdos. En su escritorio había una fotografía de Viko, tomada durante una de las fiestas familiares. El niño sonreía, su cabello rubio brillando bajo el sol. Don Rigoberto tomó la fotografía y la observó con tristeza.

Don Rigoberto: Te fallé, Viko —dijo en voz baja—. Te prometí que te ayudaría a sanar, pero no pude protegerte.

Recordó la conversación que habían tenido en el auto, cuando Viko le preguntó si podía "arreglarse". En ese momento, Don Rigoberto le había asegurado que no estaba roto, pero ahora, con la muerte de Viko, se preguntaba si había hecho lo suficiente para ayudarlo.

Don Rigoberto: Eras un niño tan especial —continuó Don Rigoberto, sus ojos llenos de lágrimas—. Y ahora te has ido, dejándonos con este dolor que no sabemos cómo manejar.

Maximiliano, el hermano adoptivo de Viko, estaba en el jardín, sentado bajo el árbol que habían plantado en su memoria. Sus manos temblaban mientras sostenía una carta que Viko le había escrito antes de morir. La carta decía:

"Max, sé que las cosas entre nosotros no han sido fáciles, pero quiero que sepas que te quiero. Eres mi hermano, y siempre lo serás. No importa lo que pase, quiero que sepas que te perdono."

Maximiliano lloró en silencio, recordando la pelea que habían tenido en el puente de cristal. Él había golpeado a Viko, y aunque no había sido su intención, sabía que su ira había contribuido a la tragedia

Max: Lo siento, Viko —susurró, con una voz llena de culpa—. No debería haberte lastimado. No debería haberte dicho esas cosas.

Efraín, el otro hermano adoptivo de Viko, estaba en los establos, acariciando a Estrella, el caballo blanco que tanto le gustaba a Viko. Recordaba el día en que Viko había montado por primera vez, cómo su rostro se iluminó con una sonrisa genuina. Efraín había prometido protegerlo, pero ahora, con Viko muerto, se sentía como si hubiera fallado.

Efraín: Te extraño, hermano —dijo, con una voz llena de tristeza—. No sé cómo seguir adelante sin ti.

Estrella relinchó suavemente, como si entendiera el dolor de Efraín. Él acarició su cuello, recordando las palabras de Viko: "Gracias por enseñarme a montar, Efraín. Hoy fue el mejor día de mi vida."

El despacho de Adam Rame estaba iluminado por la tenue luz de una lámpara de mesa, creando un ambiente íntimo y ligeramente siniestro. Las paredes estaban adornadas con mapas y planos de la fábrica de licores "El Legado del Río Azul", junto con fotografías de la familia Coronel Villanueva. En el centro de la habitación, una botella de vino tinto reposaba sobre la mesa, acompañada de dos copas de cristal tallado. Adam, con una sonrisa triunfal en su rostro, se sirvió una copa y levantó el vaso hacia un retrato de Don Rigoberto que colgaba en la pared.

Adam: ¡Por el fin de los Coronel Villanueva! —exclamó, con una voz llena de satisfacción—. Y por el comienzo de una nueva era.

Adam tomó un sorbo de vino, saboreando el momento. Sabía que su plan estaba a punto de culminar, que todo su trabajo, sus maquinaciones y su paciencia estaban a punto de dar frutos. El puente de cristal, construido con materiales defectuosos, era la pieza clave de su estrategia. Con su colapso, no solo eliminaría a Viko, sino que también desestabilizaría a la familia Coronel Villanueva, dejándolos vulnerables y abiertos a su control.

888: —Pronto, todo será mío —murmuró, mientras caminaba hacia la ventana y observaba la fábrica a lo lejos—. La fábrica, la hacienda, todo.

En ese momento, la puerta del despacho se abrió, y Magra, su socia y cómplice y hija bastarda , entró con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Magra: ¿Celebrando temprano, Padre? —preguntó, con un tono de complicidad.

Adam se volvió hacia ella, extendiendo una copa de vino.

 Adam: ¿Por qué no? —respondió, con una sonrisa—. Todo está saliendo según lo planeado. El puente de cristal está listo, y los Coronel Villanueva no tienen idea de lo que se les viene encima.

Magra tomó la copa y brindó con Adam.

Adam: Por el éxito de nuestro plan —dijo, con una mirada llena de ambición—. Y por el fin de los Coronel Villanueva

Ambos rieron, disfrutando del momento. Adam se acercó a su escritorio y abrió un cajón, sacando un sobre lleno de documentos.

 Adam: Con estos papeles —dijo, sosteniendo el sobre en alto—, tendré el control total de la fábrica. Los Coronel Villanueva no tendrán más remedio que rendirse.

Magra asintió, sabiendo que el plan de Adam era impecable. Habían trabajado juntos durante años, manipulando y conspirando para alcanzar este momento. Ahora, con el puente de cristal a punto de colapsar y los documentos falsificados listos para ser utilizados, la victoria estaba al alcance de la mano.

Magra: ¿Y qué pasa con Viko? —preguntó Magra, con un tono de curiosidad—. ¿Estás seguro de que su muerte será suficiente para desestabilizar a la familia?

Adam sonrió, un gesto frío y calculador.

Adam:  Viko es el eslabón más débil —dijo, con seguridad—. Su muerte no solo debilitará a la familia, sino que también sembrará la discordia entre ellos. Maximiliano, en particular, no podrá soportar la culpa. Y cuando estén divididos, será más fácil para nosotros tomar el control.

Magra asintió, satisfecha con la respuesta. Sabía que Adam era un maestro de la manipulación, y confiaba en que su plan funcionaría a la perfección.

Magra: Entonces, ¿qué sigue? —preguntó, tomando otro sorbo de vino.

Adam:  Lo siguiente es esperar —dijo, con una sonrisa maliciosa—. El puente de cristal se derrumbará, y con él, los Coronel Villanueva caerán. Y cuando eso suceda, estaremos allí para recoger los pedazos.

Magra se unió a él en la ventana, observando la fábrica con una mirada llena de ambición.

Magra: Por el futuro —dijo, levantando su copa.

Adam: Por el futuro —repitió, brindando con ella.

Ambos rieron, disfrutando del momento. Sabían que el fin de los Coronel Villanueva estaba cerca, y que pronto, todo lo que habían trabajado para conseguir sería suyo. La celebración continuó en el despacho, mientras afuera, la noche caía sobre la hacienda, ocultando las sombras de la traición y la ambición que se cernían sobre la familia Coronel Villanueva.

Inminente victoria sobre los Coronel Villanueva es un recordatorio del poder de la ambición y la traición. A través de su plan maquiavélico, Adam busca no solo destruir a la familia, sino también tomar el control de todo lo que han construido. Sin embargo, esta celebración también es un presagio de su caída, ya que el legado de Viko y la unidad de la familia Coronel Villanueva demostrarán ser más fuertes de lo que él anticipa.

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Hermano Te FalleWhere stories live. Discover now