Dulce agonía.
Lluvia de sangre.
Cruz negra.
Sarcófago quemado.
Deseo idolatrado.
Niebla territorial.
Ojos, ojos carmesí.
Labios, escupen líquido negro.
Piel, desgarandose.
Caminando sin sentir nada.
Golpeo y choco contra mi.
Estoy en un laberinto de tumbas, fuego y soledad.
Estoy perdido en un cementerio,
Oculto en un bosque lejano y prohibido.
Pero no estoy solo.
Estoy redeada de seres como yo. Somos como zombies.
Quietos y tranquilos,
Tranquilos esperando el momento adecuado para hacer algo grande.
Caminando por en bosque.
Visitando el cementerio.
Caminado en círculos.
Rondando sin sentido las ruinas.
Unas hermosas ruinas que bien pudieron ser un castillo.
Pero ahora solo es eso.
Ruinas, ruinas grices y tristes.
Adornadas por un cielo a punto de caer, caer en llanto.
Caer en diluvio.
Diluvio con en cual siempre cargamos, dentro.
No hay amor.
No hay sentidos.
Nos encontramos caminado sin poder parar.
Huyendo eternamente de quien sabe qué.
Pensamientos profundos.
Pensamientos oscuros.
Somos los zombies de la sociedad,
Condenados eterna y épicamente a ser monstruos según su calificar.
Mas ante nuestro mirar ellos son depredadores de si mismos.
Pero que importa lo que nosotros pensemos, digamos o sintamos.
Somos zombies en su tierra... Estamos muertos para ellos.
No.
Me niego a creer eso.
Yo quiero más.
Estoy aquí y ahora de pie,
Nada puede derribarme,
Ni bala en el cráneo, ni estaca en el corazón.
Yo encontré estas ruinas y no tengo porque cederselas a ellos.
Soy el rey de mi bosque.
Soy el zombie de mis ruinas.
Soy el ángel de alas destrozadas, que camina agonizando mas nunca para.
No lo hago,
No estoy frenando.
Preparate,
Ten tus armas listas,
Porque voy por ti.
